UNA
POÉTICA DENUNCIA DE LA PROSTITUCIÓN EN
BUENOS AIRES
a gran mayoría de los tangos de la época de Gardel refieren, directa o indirectamente, a la mujer de vida ligera que busca el ascenso social y económico a través de fingidos amores y posteriores traiciones. Por tal motivo, se ha supuesto que estos versos constituyen “un himno a la mujer perdida”(1) y se ha reducido el mensaje del tango al lamento por el engaño sufrido.
Cierto es que el cancionero popular
ciudadano abunda en menciones a la vida nocturna, al cabaret, al champagne y,
por ende, a la “cocotte” pero justo es mencionar que en ningún momento se la
muestra como ejemplo a seguir. Por el contrario, se encuentran sentencias como “ya
verás que tus locuras fueron pompas de jabón” (2), lamentos como
“ya no sos mi Margarita, ahora te llaman Margot” (3) o la dolorosa
descripción de “sola, fané, descangayada”(4).
Un hecho curioso es que otras expresiones poéticas no otorguen un rol protagónico a esta mujer y, tal vez por esa razón, se la considere el prototipo de “la mujer del tango”, aún cuando podríamos encontrarla en todos los tiempos y en todas las culturas. En Buenos Aires la prostitución preocupó a diferentes gobiernos desde los tiempos del Virreinato, época en que el oficio carnal se ejercía en las pulperías. La primera de ellas, en 1603, propiedad de Pedro Luy; en 1668 ya se encuentran ocho; noventa en 1718; ciento veinte pulperías en 1796 (en esta oportunidad se reconocen indias y negras en el oficio prostibulario, muchas de estas últimas obligadas por sus amos, por su condición de esclavas) que ascienden a seis mil en 1820.
Las autoridades de España implementan sucesivas reglamentaciones sobre el funcionamiento de pulperías, con el objeto de disminuir la prostitución y delincuencia, pero aún estableciendo los horarios de apertura y cierre, calidad de la clientela, mercaderías a comercializar, etc., la vida licenciosa se sigue practicando en la zona urbana y en las quintas que rodean a la ciudad. Tan así es, que en 1815 las autoridades muestran su preocupación por la gran cantidad de niños recién nacidos abandonados en las puertas de iglesias, conventos, plazas, baldíos o descampados, muchos de ellos muertos de hambre, frío o comidos por animales sueltos.
Rosas, por su parte, intenta una solución al trasladar a las mujeres callejeras, a las más notables prostitutas y a las detenidas en cárceles al interior de la provincia, con la intención de que contuvieran a los soldados de los fortines y se alejaran de
En su libro “La prostitución en Buenos Aires” (1937), Ernesto Pareja asegura que para 1871 ya estaba organizada la entrada de mujeres europeas para hacerlas trabajar en el oficio. La policía, en tanto, reconoce que controla 44 burdeles, pero no incluye los de muy buena apariencia e higiene, ni los cuarteleros, pocilgas o donde el vicio y la corrupción son muy altos. El total calculado en esa fecha es de 150 lupanares, datos ampliamente superados por los clandestinos, que están en la misma proporción de París y Madrid.
El 12 de agosto de 1872, la municipalidad de Buenos Aires dispone la erradicación de todas las casas de tolerancia dentro de un radio de veinte cuadras, a contar desde la entonces Plaza de
Pese al reglamento de 1875, las menores de 22 años representan el 24,73%, -casi la cuarta parte-, hecho que da cuenta de la vulnerabilidad de las jóvenes, el desamparo social a que están sometidas y lo despiadado de los métodos de reclutamiento. A este respecto, cabe considerar que no todas esas mujeres ejercían la profesión por decisión propia, ya que el gobierno municipal de Buenos Aires dicta en 1895 una ordenanza que prohíbe el ingreso de argentinas y extranjeras a los prostíbulos contra su voluntad y la utilización de métodos violentos contra ellas.
La “industria” de la prostitución a gran escala siempre estuvo en manos de extranjeros –generalmente provenientes de Marsella, Francia- que reclutaban pupilas en el exterior para explotarlas, luego, en Buenos Aires. La historia registra el caso de
Entre otros factores, es necesario considerar que el aumento poblacional entre 1869 y 1895 en
No menos importante resulta considerar el índice de analfabetismo que imperaba en nuestro país por aquellos tiempos, ya que contribuyó a convertir a muchas mujeres en fáciles presas para el camino sin retorno de la perversión. El Censo Nacional de 1869 arroja un resultado del 78,2% y el de 1895, del 54,4% de personas sin instrucción elemental y, en consecuencia, el escaso porcentaje de integrantes de la clase media (10,6% en 1869, que se incrementa a un 25,2% en 1895), circunstancias ambas que propician las actividades marginales: ignorancia y pobreza.
Este es el contexto en el que nace el tango y, por ende, no puede prescindir del protagonismo de “la mujer de vida fácil”. Es en estas casas de tolerancia, en la noche del arrabal donde se gesta la expresión poético-musical más representativa de nuestro país, verdadero “documento” de toda una época. Profundizar en esta reseña hasta nuestros días demandaría numerosas entregas posiblemente más tediosas que la presente, abundantes en estadísticas y pormenores del comportamiento migratorio, económico, social, político y cultural que nos abstenemos de ofrecer en esta oportunidad, señalando que el período más preocupante que atravesó
Se podrá alegar –y con razón- que Gardel
no escribió los versos que muestran aquella realidad, pero en oportunidades
anteriores hemos señalado el rol de cronistas que desempeñan los cantores
populares.
En contraposición a “la mujer del tango” está “la vieja”, en una idealización quasi religiosa: “santa” y “bendita” que todo lo perdona. Esta exaltación bien puede obedecer al mero contraste, ya que la madre inmigrante era humilde, modesta, ajena a los perfumes caros, joyas, diversiones, vida social. Dedicada de lleno a los quehaceres domésticos, su marido y sus hijos –que no eran pocos-, su condición de mujer quedaba relegada a un plano secundario. A esto debe sumarse los patrones de “decencia” y “moral” propios de la época y el promedio de vida, muy inferior al actual.
Este amor desmesurado por “la vieja”, lleva a los autores a mostrar desde otro ángulo a las prostitutas-madres, como sucede en “Esclavas Blancas” (6), tango cuya ejecución pública fue prohibida en
Sin perjuicio del valor documental que hemos señalado en la poesía popular, existen interpretaciones verdaderamente interesantes que otorgan un simbolismo nada desechable a los distintos personajes, como la de Gustavo Cirigliano: “La mujer es el país de las ilusiones, de las promesas:
En la misma línea, dice Pablo Feinmann: “Tengo para mí que la mina de los tangos, la mina que abandona, la mina que se va, es, por decirlo de modo contundente, la patria. Pocos hombres como los poetas tangueros sintieron que vivían en una patria que no les pertenecía. Sintieron que sus destinos se decidían en otros lugares, lejos de su voluntad. Vivían, lo sabemos, en el país del Pacto Roca-Runciman. Vivían en un país que se enorgullecía de ser parte del imperio británico, que afirmaba ser una joya más de la corona de su majestad. Hoy esas afirmaciones se han erotizado. Se dice ‘relaciones carnales’. Pero se está diciendo lo mismo.”
Una vez más, la denuncia poética y dolorosa de una nómina interminable entre quienes se destacan Celedonio Flores, Enrique Santos Discépolo, Cátulo y José González Castillo, Enrique Cadícamo y tantos otros, muestra una realidad que omiten los libros de historia pero que Gardel trae día a día en “Galleguita” (7), “Muñeca Brava”(8), o “Griseta”(9), en su ininterrumpida tarea de vocero de su entorno, permitiéndonos comprender más acabadamente a aquella mujer sin derechos ni protección alguna, inmortalizada por la pluma orillera de nuestra canción ciudadana.
NOTAS:
(1).
Expresión utilizada por Monseñor Gustavo Franceschi en un artículo publicado en
la revista “Máscaras”, en marzo de 1936 y reproducido en “Gardel.
Mito-realidad. Ubicación y antología” de Couselo y Chierico, ed. Peña Lillo,
Bs. As. 1964 y otros trabajos posteriores.
(2).
“Pompas de jabón”. Tango con versos de Enrique Cadícamo y música de Roberto Goyeneche (tío de “El Polaco”),
grabado por Gardel en diciembre de 1925
(3).
“Margot”, tango con versos de Celedonio Flores y música de José Ricardo,
grabado por Gardel en 1921.
(4). “Esta
noche me emborracho”, tango de Enrique Santos Discépolo, grabado por Gardel en
1928
(5). Si
bien la Libreta de Enrolamiento de Gardel y otros documentos posteriores
consignan 1887 como año de nacimiento, su partida de nacimiento está fechada en
1890, en Toulouse, Francia, datos que el propio interesado confirma en el
testamento ológrafo redactado en Buenos Aires, el 7 de noviembre de 1933.
(6)
Tango de Horacio Pettorossi, guitarrista de Gardel, grabado por Gardel en 1931.
(7)
Tango de Horacio Pettorossi y Alfredo Navarrine, compuesto en 1925
(8)
Tango de Luis Visca y Enrique Cadícamo, 1928
(9)Tango
de Enrique Delfino y José González Castillo, grabado por Gardel en 1924
BIBLIOGRAFÍA
CONSULTADA:
-
Anuario “La
Nación”. Bs. As., 1891
-
Almanaque del
Mensajero. Ed. Sundt. Bs. As., 1907
-
Molinari,
Alejandro – Etchegaray, Natalio – Martínez, Roberto: “De Garay a Gardel. La
sociedad, el hombre común y el tango”. 2da. Ed. Foro Argentino de Cultura
Urbana. Bs. As., 2003
-
Horvat, Ricardo.
“Esos malditos tangos”. Ed. Biblos. Bs. As., 2006
Ana Turón
(Nuevo Centro Carlos Gardel del Azul)
Nota publicada en el diario "El Tiempo" de Azul, en adhesión al Día Internacional de la Mujer