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Gardel y sus exigencias poéticas



El antes y el después de “El Rosal”, “Criollita de mis ensueños” y “Te Odio”





onocida es la tendencia de Gardel a modificar los versos que iba a cantar. Los ejemplos son innumerables y obedecen a diversos motivos. Podrían nombrarse a manera de ejemplo los cambios efectuados sobre el verso original de “La Gayola”, “Tango Argentino”(1), “Muñeca Brava” (2) las diferencias en las distintas versiones discográficas de “Haragán”, “Como Todas” o “La Cumparsita” (donde omite la estrofa que comienza “sin embargo yo siempre te recuerdo”, que había cantado en una versión anterior) y tantas otras variantes que nunca podremos determinar. Sobre esto, cabe citar la carta que le enviara Armando Defino el 3 de junio de 1932, comentando la presentación de Gardel en Radio Colonial de París el 25 de Mayo, en la que menciona la interpretación del estilo “Amargura” donde “has introducido algunas modificaciones que lo hacen interesante y novedoso”(3); aunque nunca sabremos en qué consistieron, no podemos descartar la posibilidad de que afectaran no sólo el aspecto musical sino también a los versos.


Sus intervenciones no eran caprichosas. Por el contrario, enriquecieron y mejoraron en mucho su repertorio. El uso de la palabra exacta en el momento oportuno –que frecuentemente vemos en cartas y reportajes- fue una de las características innatas del Morocho. Gardel cantaba para su público y debía hacerlo con su ritmo musical, sus ropas, sus gestos y también su vocabulario. Y los poetas, lejos de molestarse por las correcciones, también las hallaron acertadas.

Otras fueron las razones -que muestran la magnitud de su figura ya en aquellos años- que lo llevaron a modificar “Bajo Belgrano”, donde García Jiménez debió reemplazar “están de asado y canta Gardel” por “están de asado, baile y cantor” -aún cuando el stud no es el lugar apropiado para el baile-, o  “Corrientes y Esmeralda” -tango que nunca llevó al disco, pero cantó en 1933-del que la tradición cuenta que finalizaba con “cualquier cacatúa sueña con la pinta de Charles Boyer”(4) o de “Maurice Chevalier” según otras versiones.

Los cambios no se limitaban al cuerpo de la poesía, sino que en oportunidades afectó también a los títulos. A sus instancias “Percanta que me amuraste” pasó a llamarse “Mi noche triste”(5) y “Cuna de los bravos Treinta y Tres” se transformó en “La uruguayita Lucía” (6).

Con Alfredo Le Pera a su lado, la historia fue diferente. No se trataba de un autor más, sino de “su otra mitad”, su colaborador, su mano derecha, su persona de confianza. De personalidades muy distintas, es indudable que se entendían para trabajar. Sin embargo, “Le Pera tenía que escribir a veces una docena de letras antes de que aquél le diera su conformidad (...) Las exigencias de Gardel eran inconcebibles”(7). Como es natural, los temas fueron sufriendo variantes, y no podemos determinar hasta qué punto se debieron a la inspiración poética del propio Le Pera o a sugerencias de Gardel. Sólo se conoce el caso de “Mi Buenos Aires Querido”, tango que inicialmente iba a dar comienzo con “El farolito de la calle en que nací”, pero Gardel no estaba totalmente conforme, por lo que decidió incorporar “Mi Buenos Aires querido, cuando yo te vuelva a ver no habrá más penas ni olvidos”, versos que originariamente se encontraban solamente al final de la obra (8).

En oportunidades, no se trataba de reemplazar una palabra por otra ni de reiterar un verso, sino que se encontraban ante la necesidad de rehacer la poesía en su totalidad. Tal es el caso de la canción “El Rosal” de Gerardo Matos Rodríguez y Manuel Romero que Gardel interpreta en “Luces de Buenos Aires” y que, según menciona una vieja publicación imposible de identificar por la carencia de tapas y faltante de hojas, el autor debió modificar por pedido del Zorzal.

Versión original

 Debajo un rosal sin flores
Cantaste amor en mi oído.
Debajo un rosal sin flores
Cantaste amor en mi oído.

Y aquel rosal floreció,
Cuando ya estaba perdido...
Cuando ya estaba perdido
El amor de mis amores.

Voy deshojando
Con mi canción,
Como a una rosa,
Mi corazón.

 II.-

Inútil fue mi desvelo
Para colmar tus antojos.
Inútil fue mi desvelo
Para colmar tus antojos.

Llorando junto al rosal
Se me quemaron los ojos...
Se me quemaron los ojos
Por llorar mi desconsuelo.

Voy deshojando 
con mi canción, 
como una rosa, 
mi corazón. 

 III- 

Ya sólo se oye el gemido 
De mi amor abandonado. 
Ya sólo se oye el gemido 
De mi amor abandonado. 

En busca fui del rosal 
Y lo encontré marchitado, 
Y lo encontré marchitado 
Como mi amor, por tu olvido. 
Voy deshojando 
Con mi canción, 
Como a una rosa, 
Mi corazón.
Versión definitiva 

Al pie de un rosal florido 
me hiciste tu juramento. 
Al pie de un rosal florido 
me hiciste tu juramento. 

Pero el rosal se secó, 
marchitado por el viento, 
marchitado por el viento 
y tu amor por el olvido. 

Y con las notas 
de mi canción 
hoy por vos llora 
mi corazón. 

 II- 

Fueron tus manos divinas 
la causa de mis dolores. 
Fueron tus manos divinas 
la causa de mis dolores. 

Pues del rosal de mi amor 
vos te llevaste las flores, 
vos te llevaste las flores 
dejándome las espinas. 

Y con las notas 
de mi canción 
hoy por vos llora 
mi corazón.

Exceptuando alguna sustitución de palabras aisladas, las interpretaciones de las películas no difieren mayormente  de las discográficas, salvo la zamba “Criollita de mis ensueños” de Gardel, Le Pera y Battistella, que pertenece a la película “Espérame” (Saint-Maurice, setiembre de 1932) y fue grabada el 15 de febrero de 1933, en Buenos Aires. Las diferencias entre ambas versiones no se deben exclusivamente a Gardel, sino a Enrique Cadícamo, a quien el cantor solicitó realizara algunas modificaciones en la poesía original (9):



Versión original (“Espérame”)

Se pinta de azul y grana 
La aurora en el horizonte 
Ya viene, ya, la mañana 
Venite, chinita, al monte. 

Venite nomás, mi vidita 
Que ya cantan los zorzales 
Canciones primaverales 
Que llegan al corazón. 

Criollita de mis amores 
Clavel el más perfumado. 
Jamás sabrás vos lo dichoso 
Que es suspirar a tu lado 
 Chinita, si me fallaras, 
Serías mi perdición. 

Allá me voy galopando 
En mi alazán, muy contento 
Y como estás esperando 
Atrás voy dejando el viento. 

Y si es que anda algún forastero 
Merodeando tu ventana 
Decile, linda serrana, 
Que hay un gaucho para él. 

Criollita de mis amores 
Clavel el más perfumado 
Jamás sabrás vos lo dichoso 
Que es suspirar a tu lado 
Chinita, si me fallaras, 
Serías mi perdición.
2da. Versión (disco)

Se viste de azul y grana 
la aurora en el horizonte. 
Es que viene la mañana 
y despertó todo el monte. 

Criollita, abrí tu ventana 
que ya cantan los zorzales 
canciones primaverales 
que llegan al corazón. 

Criollita de mis amores, 
clavel, el más perfumado. 
Tus ojos son dos luceros 
que me hieren, traicioneros, 
tus ojos me han amarrado 
al palenque de tu amor. 

Allá me voy galopando 
en mi alazán, muy contento, 
y como estás esperando 
atrás voy dejando el viento. 

Criollita, flor de mis pampas, 
traigo flores pa´adornarte 
y un canto para arrullarte 
en mis noches de cantor. 

Criollita de mis amores, 
clavel, el más perfumado. 
Tus ojos son dos luceros 
que me hieren, traicioneros, 
tus ojos me han amarrado 
al palenque de tu amor.


Otra curiosidad es el tango “Te adoro”, de Francisco Pracánico y Celedonio Flores, que por sugerencia del propio Gardel el Negro Cele convirtió en “Te Odio”. Indudablemente, este último era, por su espíritu y mensaje, más adecuado para la expresión tanguera del momento, en tanto “Te adoro” habría encontrado en la música melódica su complemento ideal, y seguramente Gardel habría hecho de los versos originales una maravillosa creación:



Te adoro 
 Hay cosas que no tienen razón ni sentido 
Hay hechos que no tienen explicación, 
Así al conocerte, mi buen cariño 
Sin ley ni motivo de pronto nació. 
Viniste a endulzarme la amarga existencia, 
Pues yo sin un cariño no era feliz... 
Parece mentira que un hecho tan simple Cambiara de golpe mi pobre vivir... 

Te adoro... Bendita... 
Te adoro con lo noble de mi fe... 
Dios quiera que un día pudieras saber 
Lo santo y lo bueno de mi gran querer... 
Te adoro... Bendita... 
Y es tanto mi fervor 
Que quiero tenerte siempre 
Juntito al calor del corazón! 

Si vieras tú qué hermoso es tener en el alma 
La dulce melodía de una pasión, 
Vivir pensando siempre en quien se ama, 
Tener la certeza de un gran amor... 
Buscar en unos ojos la luz y el olvido 
En dos manitas buenas de cordialidad, 
Y en una casita ternura de nido 
Y en una sonrisa la gloria y la paz!
Te odio 
Hay cosas que no tienen razón ni sentido, 
Hay hechos que no tienen explicación... 
Así, al conocerte, mi gran cariño, 
Sin ley ni motivo, de golpe nació. 
Viniste a embarullarme la dulce existencia 
Pues yo sin tus engaños ya era feliz. 
¡Parece mentira que, siendo tan linda, 
guardés ese fondo tan bajo y tan ruin! 

Te odio, maldita; 
Te odio como antes te adoré... 
Dios quiera que un día volvieras a mí 
Buscando refugio, vencida, sin fe. 
Entonces podría 
Cobrarme tu traición... 
¡Es tanto lo que te odio 
Que al verte sufrir me vengaré! 

Sabés que todavía no puedo explicarme 
Por qué placer maldito me hiciste mal, 
Si yo por tu cariño dejé a mi madre, 
Enferma, solita, sin techo, sin pan. 
Has roto mi existencia. 
¡Cobarde y rastrera! 
¿Por qué voy a tenerte conmiseración?, 
Si cuando agonice será mi postrera 
Palabra una eterna, fatal maldición.



Son éstos algunos de los tantos ejemplos que pueden mencionarse sobre las modificaciones, correcciones o sugerencias que Gardel hacía antes de cantar cada uno de los temas de su repertorio y, como puede apreciarse, su intervención fue muy atinada.

Gardel no fue, sin dudas,  un mero cantor, sino un verdadero intérprete, un actor de sus tangos que sabía compenetrarse en la personalidad y psicología del personaje que debía encarnar. No podía, entonces, aprender de memoria lo que otro había escrito, sino que hacía suya esa historia y ese entorno hasta sentirse protagonista de cada una de  sus composiciones, viviendo cada palabra casi más que el propio poeta y dejando su impronta, profesionalmente intuitiva.  

Ana Turón
Azul, marzo 1 de 2007




REFERENCIAS:
1) BENEDETTI, Héctor Ángel: “Las Mejores Anécdotas de Tango y otras curiosidades”. Ed. Planeta, 2000
2) FLORES, Rafael: “Carlos Gardel: Tango inacabable”. Ed. Abrazos, Alemania,2007.
3) DEFINO, Armando: “Carlos Gardel: La verdad de una vida”. Cía. Gral.  Fabril Editora S.A., Bs. As. 1968.
4) RUSSO, Juan Ángel y MARGEPÁN, Santiago: “Letras de Tango”, Ed. Basílico 1999  
5) BENEDETTI, Héctor Ángel. Ob cit.
6) RUSSO, Juan Ángel y MARGEPÁN, Santiago. Ob. Cit
7) TUCCI, Terig: “Gardel en Nueva York”. Webb Press Nueva York, 1969
8) TUCCI, Terig: Reportaje presumiblemente de “Siete Días” o “Gente” c. 1970.
9) CADÍCAMO, Enrique: “Bajo el signo de Tango”. Ed. Corregidor, 1987






(Trabajo publicado originalmente en  el desaparecido sitio www.sentirtango.com )