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Gardel en el Teatro "Fémina" de París




Crónica de un memorable debut


n los años ’20 la capital francesa contaba con unas 550 salas de espectáculos -incluyendo teatros, cafés-concerts, music-halls y cines- cincuenta de las cuales correspondían a teatros propiamente dichos, que constituían la atracción predilecta del público. Sus funciones comenzaban entre las 20 y las 21 y se extendían hasta la medianoche todos los días menos martes y jueves. Durante el verano permanecían cerradas y en invierno ofrecían una “matinée” los domingos, jueves y sábados que comenzaban entre las 13:00 y las 14:00 y finalizaban a las 17:30


Teatros, cafés-concerts y Music-Halls de París en 1924.

En 1928 Gardel concretó su ansiado sueño de cantar en la Ciudad Luz. Si bien suelen atribuirse a Manuel Pizarro los méritos de las gestiones para ese debut, el nexo entre el cantor y el empresario Paul Santolini (también conocido como “Santo”) fue el músico Horacio Pettorossi, quien los había puesto en contacto en noviembre del año anterior:


Claro que Pizarro pudo haber aportado lo suyo, considerando que conocía a todos los intervinientes, pero Gardel encargó a su representante Luis Gaspar Pierotti que gestionara la actuación “sin pedir favores a nadie” y todo se realizó sin considerar amistades ni simpatías personales.

Finalizados sus compromisosartísticos en España, el cantor viajó a París donde el 18 de mayo firmó el contrato que le aseguraba 3.200 Francos diarios (Maurice Chevalier no había superado los 3.000 en 1924) por un lapso de tres meses, con opción a renovarlo. Inmediatamente regresó a España y allí se embarcó en el “Conte Rosso” rumbo a Buenos Aires, ciudad a la que arribó el 14 de junio, día del cumpleaños de Doña Berta, su madre. La prensa lo esperaba en el puerto, donde concedió un reportaje al diario “Crítica” en el que expresó: “Tengo contrato firmado por una temporada, inaugurando el nuevo cabaret Florida, en los altos del Casino de París”. Estas palabras desestiman la versión que sostiene que debía presentarse en la Sala “Pleyel” (inaugurada el 18 de octubre de 1927) y que, a raíz de su incendio, debió cambiar de sala y actuar en el “Florida”. Si hubiese existido la posibilidad de alguna actuación en esa sala Gardel la habría mencionado a los reporteros, ya que era imposible prever el incendio que se produjo el 19 de julio de 1928, es decir más de un mes después de estas declaraciones.

Durante los tres meses que permaneció en Buenos Aires, se abocó a preparar la tan soñada actuación: A las guitarras de José Ricardo y Guillermo Barbieri sumó la de José María Aguilar, a quien presentó oficialmente el 18 de julio en el Cine “Paramount” de Buenos Aires. La nueva composición musical trajo aparejada la inclusión de nuevos temas en su repertorio, en el deseo de complacer al público parisino.

A las 0:15 Hs del 12 de setiembre, soltó amarras de la Dársena Norte del Puerto de Buenos Aires el CONTE VERDE llevando a Gardel, sus guitarristas Ricardo[1], Barbieri y Aguilar, su manager Luis Gaspar Pierotti y su chofer Antonio Sumage, ya que a bordo llevaban el Graham Paige del cantor. Por razones familiares debió sumarse a la comitiva el joven Rafael Ricardo, hermano menor del guitarrista, cuyo pasaje debía considerarse entre los gastos de la gira. Ante esta circunstancia, plantearon a Gardel el temor de originar conflictos con los otros integrantes de la comitiva, a lo cual el cantor respondió: “Pero che… siempre hace falta alguno que cebe mate!” solucionando la situación.      

Unas horas más tarde, la Isla de Guadalupe (“La Mariposita”), ubicada en las Antillas Francesas, sufría los embates de uno de los más violentos huracanes de la historia: El SAN FELIPE II de categoría 4 (también llamado Okeechobee) que produjo serios destrozos y dejó como saldo 1270 víctimas.



La Isla de Guadalupe después del ciclón del 12 de setiembre de 1928
(Colecciones de LAMECA y Thierry Gnecchi)


Conmovida por estas circunstancias, toda Francia se solidarizó con los damnificados: La marina envió el crucero DUQUESNE con médicos, material de auxilio y doce toneladas de carne, en tanto el gobierno otorgó un subsidio de 100 millones de Francos de ayuda a los siniestrados y se organizaron numerosas actividades para recaudar fondos.

Gardel desembarcó en Barcelona el 26 de setiembre y la prensa catalana perpetuó sus primeros movimientos:

 “Stopó el ‘Conte Verde’. Pocos eran los pasajeros en primera. Entre ellos asomó en lo alto de la cubierta la sonrisa eterna y jamás apagada de Carlos Gardel (…). Cruzó las rondas, las calles anchas y amplias del Ensanche, entremetióse por las callejuelas cercanas a las Ramblas, circuló por las avenidas, por los parques, por los paseos, por los jardines y las plazas. Después llegó al hotel. Sentóse, pidió la correspondencia y exclamó:
-Parece que fue ayer
Ésta fue la entrada de Carlos Gardel en Barcelona. Ahora, a los dos días, ya sigue la vida normal de quien ha sido asimilado por la ciudad, de quien ya se considera un barcelonés más y conoce a sus gentes y ofrece con sus sonrisas y sus gracias un encanto de juventud y de alegría”[2].


Por su parte, Paul “Santo” organizaba una gala en el Teatro “Fémina” para presentarlo al público parisino, que contaría con el concurso de importantes figuras del espectáculo y los decorados realizados por Pedro Fígari, considerado por entonces entre los más destacados pintores del Río de la Plata . Gardel, al enterarse de las actividades a beneficio de los damnificados por la catástrofe de Guadalupe, le envió un telegrama al empresario solicitándole que la función se realizara con la misma finalidad.
 

Los ANNALES COLONIALES del 27 de setiembre de 1928  se hicieron eco de la generosa propuesta de Gardel.

En París, velada a beneficio de los siniestrados
Una velada tendrá lugar el domingo a la noche en el Teatro Fémina para la presentación al público parisino de la estrella sudamericana Carlos Gardel, famoso creador de tangos, quien solicitó a M. Paul Santo, organizador de esta manifestación artística, dar su concierto a beneficio de los siniestrados de la Guadalupe. 
Con acertado criterio, M. Paul Santo inmediatamente adhirió al lindo gesto del artista y destinará la totalidad de las ganancias de la velada del domingo al Comité de Socorros.


El viernes 28, el diario parisino “Le Matin” reiteraba la invitación para asistir al Fémina y ofrecía el texto del telegrama:


Una gran gala a beneficio de los siniestrados de la Guadalupe
Ya hemos anunciado la gala que tendrá lugar el domingo a la noche en el Teatro Fémina para la presentación al público parisino de la célebre estrella sudamericana, creador de todos los tangos de moda: Carlos Gardel.
He aquí el telegrama que acaba de recibir M. Paul Santo, organizador de esta manifestación:
Barcelona, 26 de setiembre.
Paul Santo, 6 rue Fontaine, Paris.
Deseo acepte mi concierto de presentación en el Teatro Fémina sea a beneficio de los damnificados de la Guadalupe y haga también de mis debuts en Francia un gesto fraternal que me nace del corazón.
Amistosamente
GARDEL

Por su parte, el diario “PARIS SOIR” en su edición del 29 de setiembre (vísperas de la actuación), decía:



UNA GRAN GALA DE BENEFICENCIA a beneficio de los siniestrados de la Guadalupe.

Una función de gala tendrá lugar mañana domingo en una velada en el teatro FÉMINA para la presentación al público parisino de la célebre estrella sudamericana, el creador de todos los tangos de moda, Carlos GARDEL.

He aquí el telegrama que acaba de recibir el señor Paul SANTO, organizador de esta manifestación artística:



Barcelona, 26 de setiembre.

Paul Santo, 6 rue Fontaine, Paris.
Deseo acepte mi concierto de presentación en el Teatro Fémina sea a beneficio de los damnificados de la Guadalupe y haga también de mis debuts en Francia un gesto fraternal que me nace del corazón.
Amistosamente
GARDEL

Con acertado criterio, M. Paul Santo inmediatamente adhirió al lindo gesto del artista y destinará la totalidad de las ganancias de la velada del domingo al Comité de Socorros de los siniestrados de la Guadalupe.

París agasajará como corresponde a Carlos Gardel, una gloria teatral de América del Sud que ha demostrado una vez más que también es un hombre de corazón.

El hallazgo de ese telegrama explica pormenores hasta hoy desconocidos de aquella noche en la que el artista dio muestras de su habitual generosidad y solidaridad.


A partir de la iniciativa de Gardel, 
la publicidad consigna el carácter solidario de la velada, 
la participación del Sr. Ministro de Colonias, M. Leon Perrier, 
y la incorporación de números artísticos. 

Apenas enviado el telegrama, Gardel y su comitiva abandonó Barcelona en el coche del Cantor. Tomaron la carretera para Francia, cruzaron los Pirineos en La Junquera y a la noche llegaron a Toulouse, donde se alojaron en el Plaza Hotel. Al otro día Gardel visitó a sus familiares y al siguiente continuaron rumbo a París, que esperaba al Cantor con las calles empapeladas con su retrato.


París en 1924. En la Avenida Champs-Elysées, a pocos metros del Arco del Triunfo, se erigía el Teatro Fémina

La sala del Fémina fue construida en 1905 por el arquitecto Henri Petit y funcionó desde el 19 de marzo de 1907 hasta diciembre de 1929. Ubicada en 90, Avenue des Champs-Elysées (VIII arrondissement) contaba con 500 localidades y un novedoso sistema mecánico que permitía nivelar el piso para convertirlo en pista de baile. Su propietario, el periodista Pierre Lafitte la bautizó con el nombre de la revista que bajo su dirección había funcionado en ese inmueble entre 1901 y 1917.

Interesantes detalles técnicos encontramos en la revista “La Construction Moderne” de 1907. Con la firma de “A.L.R.” se señala que “la multiplicidad y buen funcionamiento de sus servicios (constituyen) una novedad que hacía falta en el campo de la construcción”. El “Fémina” se construyó incorporando a una antigua edificación un nuevo inmueble de siete pisos en el predio anteriormente destinado a caballerizas.

La planta baja contaba con un gran hall de entrada y una sala especialmente reservada a los abonos de las diferentes revistas que allí se editaban. En el primer piso, una importante escalera conducía al piso siguiente; un vestíbulo, antesala de los escritorios de la Dirección, secretaría y Administración, lujosamente instalados en la parte antigua, sobre la Avenida des Champs-Elysées. También contaba con una oficina privada especialmente realizada para la recepción del Director y una sala para el teléfono, servicio indispensable para una casa de ediciones de temas de actualidad. Un largo corredor comunicaba los escritorios del cajero, los contables, la sala de correspondencia, dactilógrafas y el escritorio del Jefe de Personal.

En el segundo y tercer piso estaban los escritorios dedicados a las diferentes revistas: Además de “Fémina”, allí se editaban “Je sais tout”, “L’art et les artistes”, “Fermes et chateaux”, “Musica”, “Jeunesse”, el diario “La vie au grand air”, etc. 

En el tercer piso había un montacarga para transportar el material de imprenta y una escalera para el personal. El cuarto piso estaba íntegramente reservado a los trabajos de fotograbado, medio de reproducción de documentos para las revistas de rápida realización y alta fidelidad, talleres éstos dirigidos por el reputado M. Ruckert, especialmente contratado por la Casa P. Laffitte.

La dependencia de mayor interés para este trabajo es, sin dudas, LA SALA DE TEATRO: “La riqueza de su decoración la ha convertido en una de las más agradables salas de espectáculos de París”, indicaba la mencionada revista de 1907. El escultor y decorador M. Cogné fue quien realizó los retratos de que se reprodujeron en el “Fémina”, entre quienes se reconoce a la Srita. Lavallière, Brasseur, Sarah-Bernard, Mounet-Sully, M. Brandis y Féraudy.

Además del aspecto estético y previendo algún eventual incendio, se instalaron en la terraza cinco grandes chasis que, además de iluminar la sala, podían abrirse por sistema eléctrico en sólo 18 segundos, evitando que el humo se acumulara en el interior y entorpeciera la salida del público.
Como ya señalamos, el piso del moderno edificio contaba con un sistema que permitía nivelarlo o darle el declive de 10 centímetros por metro, por cuanto las sillas se fijaron a plataformas que permitían retirarlas con facilidad, evitando así que los tornillos agujerearan el parquet.

Con las mencionadas construcciones y refacciones la escena había quedado estrecha por cuanto la mampostería, frisos y planfonds se fijaron en viguetas transportadoras que se movían horizontal o verticalmente. Toda una maquinaria realizada en hierro, al igual que los montajes de la decoración.

Por último, señalemos que gran parte del inmueble se calefaccionaba por medio de radiadores con agua caliente, excepto en pocas dependencias que tenían calefacción a vapor.



Fotos y planos del Teatro Fémina
(correspondientes a 1907, excepto la de la fachada, tomada en 1929)

Si bien las descripciones y fotos precedentes corresponden a los primeros años del Siglo XX, sus características se conservaban en la época que nos ocupa y fue ése el “paisaje” que Gardel observó y del que formó parte durante aquella noche.

Las distintas fuentes consultadas coinciden en que durante los primeros días se hospedó en el “Reinita”, un modesto hotel ubicado en la intersección de las calles Douai y Fromentin, que no figuraba en las guías de turismo y cuyo propietario, según recuerda Enrique Cadícamo, era “Mesié Michel, el patrón, el conserje, el ascensorista, operador de la centralita, etc. etc.”  


A pocos metros del “Moulin Rouge” y del Cementerio de Montmartre, señalamos con un círculo rojo la esquina que, según testimonios, alojó a Gardel durante sus primeros días en París.






LA ESQUINA DEL HOTEL DONDE SE ALOJÓ GARDEL: Dos imágenes de época de la intersección de calles Douai y Fontaine, donde también converge la diagonal Fromentin. Nótese que se trata de una arteria en la que predominan locales de distracción y, además, a pocos metros se encontraba la oficina de Paul Santos. Este hecho permite suponer que la elección de este alojamiento haya corrido por cuenta del empresario (incluso, podríamos aventurar que tal vez formara parte del caché artístico de Gardel y sus guitarristas) quienes, apenas dispusieron de sus honorarios, se trasladaron a otro hotel con mayores comodidades.




Vista ampliada del plano, en el que señalamos las calles Fontaine, Douai y Fromentin para una mejor ubicación de las fotos precedentes con respecto al hospedaje de Gardel.

Los medios periodísticos invitaron a presenciar el espectáculo que, además de una alta calidad artística, tenía fines solidarios. Las gacetillas se repetían unas a otras y, como podemos apreciar en la siguiente imagen, continuaron publicándose aún después de realizada la gala





La noche del debut, al descender del coche, la guardia municipal que se hallaba formada a las puertas del Teatro, rindió honores a Carlos Gardel, como muestra de gratitud por convertir “su” noche en una gala solidaria.


Afiche de aquella noche memorable.

Es de suponer que el vestuario y el repertorio que presentó en esta actuación no tuvo grandes diferencias con los que ofrecería en el “Florida” dos días después y que Carlos Zinelli[3] recordaría así:
“Anunciada su presentación, en el escenario solamente aparecían los tres guitarristas vestidos a la usanza gaucha. Ellos serían los encargados de ‘templar’ el ambiente, para decirlo con las palabras de Carlos. Ricardo, Barbieri y Aguilar enfrentaron al público ejecutando las siguientes obras y en este orden: el tango ‘Re Fa Si’, la zamba ‘Las Madreselvas’, el ya exitoso ‘La Cumparsita’ y el foxtrot ‘Manos Brujas’, este último tal vez para sugerir al auditorio que se estaba frente a un artista de nivel internacional. Todavía estaban en el aire las últimas notas del foxtrot cuando Gardel irrumpió en la escena, impecable en su traje gaucho engalanado y su sonrisa resplandeciente. Allí retomó aquella misma melodía que resonaba en el salón, y su voz se alzó para decir los versos iniciales: ‘entre tus manos nacaradas….’ Casi interrumpiendo los aplausos que respondieron a su primera interpretación, arrancó con el tango ‘Siga el Corso’ y luego ‘Cariñito’, que estrenó ese día y que, seguramente por similitud fonética todavía sigue mencionándose como ‘Caminito’, obra ésta que no cantó en París. A continuación interpretó ‘El Carretero’, que resultó su éxito mayor, pues debió bisarlo esa noche y todas las demás en el ‘Florida’. La función inaugural se completó con los tangos ‘Francia’ y ‘Adiós Muchachos’, pieza que constituyó el final del debut y una emoción mayúscula para los autores Sanders y Vedani, que ocupaban una de las mesas del local”.  

No hemos podido determinar aún cuáles fueron los temas que Gardel interpretó aquella noche en el “Fémina” pero, de ser correcta la reconstrucción del repertorio durante los tres meses que duró su actuación en el “Florida”, podemos inferir que formaron parte de la siguiente nómina: “Calandria”, “Muchachos, me caso”, “Cariñito”, “Tengo miedo”, Cuando llora la milonga”, “Corazoncito”, “Piedad”, “El Carretero”, “La Chiflada”, “Alma en Pena”, “Duelo Criollo”, “Bandoneón Arrabalero”, “Allá en la Ribera”, “Refucilos”, “La Reina del Tango”, “Agua Florida”, “Seguí mi Consejo”, “Adiós pueblo”, “Primero yo”, “Traición”, “Medianoche”, “Todavía hay Otarios”, “Cruz de Palo”, “Senda Florida”, “Echando Mala”, “Zaraza”, “Trenzas Negras”, “Noche Callada”, “Cachadora”, “Alma de Loca”, “Allá en el Bajo”, “Carnaval”, “La Reina del Suburbio”, “Lo han visto con otra”, “Anoche a las Dos” (este tango lo cantó con la cancionista Elba Dell’Orso, que solía actuar con la orquesta de Pizarro), “Por el camino adelante”, “La Quema”, “Ojerosa”, los valses “Añoranzas”, “Rosas de Abril”, “Nunca te olvides”, “Ramona”, “Nelly”, “Un placer”, “Rosas de Otoño”, “El Trovero”, los foxtrots “Manos Brujas”, “La Canción del Ukelele”, “La hija de Japonesita” y la zamba “Las Madreselvas”.
Es oportuno recordar que estos títulos no fueron extraídos de ningún artículo periodístico ni programa de actuación, sino que fueron referidos por Carlos Zinelli a José Luis Macaggi a más de cincuenta años de transcurridos los hechos. Si bien no hay razones para poner en duda la veracidad de la información, tampoco existen elementos que a la fecha permitan documentarla. Los hemos transcripto por tratarse de la única posible reconstrucción del repertorio que el público parisino escuchó por entonces.

El mismo Zinelli recuerda –e insistimos con la prudencia que debemos tener frente a los testimonios- a un grupo de argentinos que presenció el debut de Gardel en el “Florida” y es posible que también hubiesen asistido al Fémina, considerando en algunos casos el vínculo que los unía al cantor: “Una lista enteramente confiable –aunque tal vez no completa- es la que damos en seguida: Eduardo Trongé, Pascual Contursi (ya con síntomas de alteración mental), Arturo de Vedia, Vicente Madero, Ezequiel Luro, Nicolás del Campo, Macoco Alzaga Unzué (que buscaba coches de carrera junto a Raúl Riganti), los hermanos Juan y Domingo Torterolo, Eduardo Bianco ‘Bachicha’, Héctor Behety”. Zinelli menciona a Carlos César Lenzi, pero ha quedado documentado que conoció a Gardel el 6 de enero de 1929 y, según sus palabras, fue un inolvidable regalo de Reyes. Por otra parte, considerando las características de la velada sabemos que también estuvo presente el cuerpo diplomático extranjero, empresarios y periodistas especializados, omitidos en la nómina.

El éxito fue tan grande que Gardel, sorprendido ante un público que aplaudía con frenesí y pedía bises, exclamó a sus colaboradores, entre bambalinas: “pero che, estamos en París o en Buenos Aires”?

Finalizada la función, los protagonistas de aquella noche compartieron una cena de camaradería en "El Garron", según recordara Manuel Pizarro y continuaron luego los festejos en "L'Embassy", local que dirigía Paul Santo “El Napoleón de las boîtes nocturnas”, conjuntamente con el “Florida” y “Palermo”.


El 2 de octubre Gardel envió a su entonces apoderado José Razzano un telegrama ampliamente difundido en el que vemos la confusión horaria propia de las irregularidades en el descanso: “Anoche presentéme Teatro FÉMINA triunfando enormemente. Cariños todos. Abrazos. Carlos”.






Ese mismo día,  la prensa ofrecía crónicas que describían con abundantes detalles el escueto “triunfando enormemente” del telegrama:



“El privilegiado público que el domingo asistió a la gala solidaria del Teatro “Fémina” organizada por M. Paul Santo a solicitud de Carlos Gardel, a beneficio de los siniestrados de la Guadalupe, guardará una inolvidable impresión del arte de esta noche.

El programa, de un refinado eclecticismo, alternó acertadamente músicas y danzas antiguas y modernas. La tímida gracia del siglo XVIII contrapuso su dulce poesía a la ruidosa alegría de nuestro tiempo. Arpas, violines, clavicémbalos, gavotas y minués rivalizaron, para nuestro regocijo, con los saxofones de jazz que ritmaban frenéticos charlestons y luego con los nostálgicos acordes de la orquesta de Pizarro. Disfrutamos a los artistas: Los gitanos de M. Press, la pequeña diva Olga Galitch, el encantador cuarteto de arpas de la Srita. Raymonde Riou, el jazz americano de León Abbey, los excéntricos bailarines Marguerite Wales y Nicolas; la apetitosa bailarina americana Thelma de Lorenz, los frenéticos Wilkins y Rilley, la estrella Emmy Magliani, sacerdotisa de la más pura danza clásica y a su partenaire M. Kennedy; en fin, a la exquisita Simone Valbelle que canta y toca el violín con sentimiento.

Vino luego el triunfo de Carlos Gardel. ¡Qué artista admirable! Toda el alma de la Argentina está en sus canciones. Las dice en su lengua materna, el español, pero las traduce a un lenguaje muy claro con las inflexiones de su voz, la expresión de su mirada y la extraordinaria expresión de su rostro, que nada escapa a nuestra comprensión.

Hemos sentido profundamente todo cuanto hay de ternura, de ingenuidad, de poesía, de pasión ardiente y melancólica en el alma misteriosa de un gaucho o de una joven sudamericana. Carlos Gardel será mañana el niño mimado de París. Agradecemos al Sr. Paul Santo por habernos revelado un artista de tal magnitud.

Paul Grégorio”     

Por su parte, Jacques Patin escribía en "Le Figaro":


TEATRO FÉMINA: El cantor de tangos Carlos Gardel: Espectáculo de gala.

La gala ofrecida la otra noche en el Teatro Fémina a beneficio de los damnificados de la Guadalupe -y a la que no pudo presidir el Ministro de Colonias, herido en un accidente de auto-, nos dio el placer de escuchar al célebre cantor de tangos Carlos Garden (sic), presentado por primera vez en Francia por M. Paul Santo. Carlos Garden (sic) quien viste atuendos típicos de los gauchos y es asistido por sus tres guitarristas habituales, canta acompañándose él mismo con su guitarra. Las modulaciones, las inflexiones de su voz y los juegos de una fisonomía singularmente móvil son sus únicos medios de expresión, pero él los usa con un arte consumado y tenemos la impresión de que ejerce sobre el público una especie de encanto magnético. Muy hábilmente Carlos Garden (sic) en cada estribillo se sustrae de las miradas  inclinándose de perfil detrás del mástil de su instrumento y puede así en cada copla mostrar un rostro nuevo. Su canto, perfectamente cadencioso está hecho sobre todo de matices y de dulzura y pasa de los acentos trágicos a los gritos de orgullo y de rebelión, de alegría y de entusiasmo que alternan con quejas, melopeas y recitados de una ternura y una melancolía que acarician. Carlos Garden (sic) ha interpretado una serie de tangos en la cual se refleja el alma sentimental y épica de su país. La elegante concurrencia, compuesta en gran parte por miembros de la colonia sudamericana lo consagró a un éxito triunfal.

 (Omitimos deliberadamente el párrafo que no corresponde a Gardel)

El recibimiento reservado para la orquesta Pizzaro (sic) no fue menos caluroso. Antes, el Sr. Carlos Garden (sic)   nos había llevado por la soledad de la pampa, con la canción de los gauchos. Acordeones, violines y guitarras, habían cantado otros tangos y ritmado otros aires populares, como el Pericón, la danza nacional sudamericana, en la cual las figuras variadas recuerdan nuestras cuadrillas de  antaño y nuestras rústicas rondas.

La señorita Olga Galitch, cuya voz amplia y cálida es muy agradable y que acompañó la excelente orquesta gitana del Sr. Press, inauguró brillantemente esta brillante velada.

JACQUES PATIN



Hacemos hincapié en que el Ministro de Colonias M. León Perrier no asistió a la gala del “Fémina”, ya que circulan declaraciones del periodista Edmundo Guibourg que describen su presencia aquella noche, nombrándolo –equivocadamente- “M. Duversain”. Sin embargo, la prensa dejó constancia que en horas de la mañana del domingo 30 de setiembre inauguró un viaducto y asistió a un banquete en Grenoble. En horas de la tarde, cuando se dirigía hacia Chantelouve -recientemente asolada por un huracán-, colisionó contra otro automóvil en el camino de montañas.  Considerando los 600 kilómetros que separan a estas ciudades de París, M. Perrier debió declinar su presencia en la gala del “Fémina”, pese a sus funciones ministeriales. Pocas horas más tarde se nombraba a M. Albert Sarraut para reemplazarlo durante su convalecencia.



“Le Gaulois” en su edición del 3 de octubre, en su sección de Noticias Internacionales, expresa breve y contundente: “En el Teatro Fémina, las personalidades más elegantes de la colonia sudamericana asistieron al debut del guitarrista Carlos Gardel”.


El mismo día, “Paris Soir” informaba que “La gala organizada el domingo en el Teatro Fémina por M. Paul Santo en beneficio de los siniestrados de la Guadalupe, tuvo un importante éxito.
Carlos Gardel, el creador de los tangos de moda fue muy aplaudido y la recaudación de la noche fue muy importante”



Por su parte, la revista “La Rampe” en su edición N° 482, correspondiente a la primera quincena de octubre, no escatima elogios ni espacio al momento de referirse al cantor:

Una estrella, célebre en América del Sud, se revela al público parisino. Es Carlos Gardel, cantor sudamericano, creador de todos los tangos de moda.

Presentado por Paul Santo, durante la gala de beneficencia del Teatro Fémina, su éxito fue total. Veamos en qué términos se refiere a él uno de sus compatriotas, amigo de la infancia, que le conoce bien y que sabe analizar muy bien su espíritu y su talento.

Carlos Gardel! Su canto de pájaro criollo es una lengua universal que devela a los ojos del mundo entero el alma argentina y sus misterios.

Cada nota de sus canciones trae un eco de las reuniones en los ranchos de las pampas cuando los gauchos rudos se contaban sus injusticias y recordaban las epopeyas que componen la tradición legendaria de la gran república. Carlos Gardel es el mensajero que ha recogido en su guitarra todas las palpitaciones del corazón popular para ofrecerlas hoy al público de la luminosa Francia. Su arte es agradable a los sentidos en tanto la ciencia sabe descubrir en el austero folklore las más mínimas variantes del pensamiento de una raza.

El canto de Carlos Gardel es la queja del viento en las ramas, es la meditación crepuscular cuando la noche desciende en el espacio infinito, es el canto mismo de una nación que, con algunas notas melancólicas expresa su orgullo, sus alegrías y sus dolores.

Carlos Gardel es un trovador argentino, parecido al legendario Santos Vega y a sus discípulos que, con la guitarra en la espalda y la frente desbordante de armonías atravesaron el mundo e inscribieron el alma de su patria y de sus hermanos, gauchos o indios, en una simple página musical.

Es un “prisma” sonoro en el que confluyen los reflejos de las emociones sudamericanas tales como la alegría de una canción, la angustia de otra o la ternura de una vidalita, con las modulaciones que un corazón sensible recibe las vastas llanuras argentinas, las costas uruguayas o las cordilleras de Chile.

Cosas y personas, la “china”, el caballo y el cuchillo toman cuerpo en sus cantos y acunan  la nostalgia de las pasiones del gaucho: El amor y el patriotismo, la lealtad y la amistad, la fuerza interior, el coraje.

Nos recuerda también a las ciudades, el alma del barrio. El pintoresco barrio en el que el pueblo ama y sufre. Carlos Gardel evoca amores, penas, placeres, cansancios, esperanzas, virtudes y vicios en tangos irresistibles.   

A veces, como en un drama realista y rápido, nos muestra escenas de bajas pasiones y de crueldades tal como suceden en las callejuelas de los suburbios, donde la ciudad afiebrada arroja esos naufragios como el mar arroja su espuma contra las rocas.

También canta a los amores ingenuos de la obrerita, sus ilusiones, sus decepciones, sus risas y sus llantos.  Nos muestra el alma de la joven humilde a quien las luces de la ciudad deslumbran fácilmente y, fascinada, va hacia el lujo mundano y los destellos del oro. Pero en la angustiosa historia de su caída una nota sentimental recuerda a su anciana madre o al novio abandonado porque no hay desdicha humana en la que no sobreviva algún sentimiento de ternura y bondad.

En fin, por un cosmopolitismo comparable al del lejano Buenos Aires, golfo en el que se funden todas las razas, donde se mezclan todas las pasiones, Carlos Gardel hace vibrar en su canto el amor de los espirituales franceses, de los apasionados españoles y de los ardientes italianos, cuya belleza y ardor aceleran el ritmo de los corazones argentinos.  

Porque la armonía, lengua divina, es la lengua ‘lengua que para el amor inventa el genio’ de Carlos Gardel, los franceses lo escucharán como se lo oye en Argentina y sin duda sus párpados intentarán en vano retener las lágrimas que su prodigioso talento hará subir del corazón a los ojos del auditorio.

HERNÁN CARRIL.
Director del Palermo”




La misma edición vuelve a referirse a Gardel en la sección “La Rampe en el Music-Hall”, donde realiza una síntesis del programa de aquella noche en el “Fémina”[4]: La crónica se refiere a los números artísticos en un orden que suponemos el de actuación: La orquesta gitana de M. Press, el cuarteto de arpas de Raimundo Riou, tangos por la orquesta de Pizarro, “El Pericón” dirigido por M. Volpi, el jazz de León Abbey, coreografías de Pierre Sandrini, mimos de Emmy Magliani e interpretaciones a cargo de la Srita. Simone Valbelle.

« En fin, Carlos Gardel, un cantor de aspecto simple, su guitarra en bandolera, sentado en su taburete. Canta una canción de Argentina y desfilan la hacienda, los jinetes, los buscadores de oro, la plaza del pueblo, las tropas de vacas, el rancho, la pampa, el puerto. Toda la Argentina, de repente, evocada con un arte tan simple, tan directo y tan profundo que sorprende antes de encantar. Luego fuimos presas del talento de este artista incomparable. Un artista verdadero, en el sentido profundo de esa palabra tan utilizada. Cinco, diez canciones. Carlos Gardel continúa, pulsa su guitarra y canta : el amor, la desdicha, el dolor, la felicidad, la desesperación o la fiesta del pueblo, todas las instancias de la vida se presentan con un magnetismo singular. Sólo podría comparar su fuerza de atracción con la de Raquel Meller.
                (…)
En fin, la clientela que antes se desvanecía ante los acordes de las orquestas gitanas de los restaurantes y dancings, ahora saborea el arte indiscutible de un Gardel, de un Pizarro, de un Abbey, tan diferentes pero todos artistas, y los exige para su recreación cotidiana».

                                                                                                                     JACQUES CHABANNES.

  
         
Si bien el párrafo referido a Gardel y traducido precedentemente corresponde a la segunda página, nos complace acercar a nuestros lectores la imagen de la nota completa.

A partir de esta actuación, Carlos Gardel se convirtió en una de las figuras más cotizadas de París, capital del arte, la cultura y el buen gusto. Pero mientras nuestro artista seguía su carrera en vertiginoso ascenso, la sala donde había recibido sus primeros aplausos parisinos debía afrontar serias dificultades, frente al avance del cine sonoro.

Así, a poco más de un año de la gala descripta, el 23 de diciembre de 1929 el Teatro Fémina ofreció su última puesta en escena: “The Barker”, de Kenyon Nicholson. André Gailhard había dirigido la sala desde 1921 y a manera de despedida brindó un extenso reportaje en el que “G.K.” trazaba una síntesis de la historia del Fémina y reflexionaba sobre el futuro de las artes escénicas, con la única fotografía que hemos encontrado de su fachada.    

   

Hoy nada queda de aquel edificio que mereció extensas notas en “La Construction Moderne” de 1907 y fue escenario de tantas historias artísticas, entre cuyas bambalinas resonó con timidez y asombro “pero che… estamos en París o en Buenos Aires?”




Vista actual del predio en el que se encontraba el Teatro “Fémina”. 



Ana TURÓN - Georges GALOPA
Azul (Argentina) - Andolsheim (Francia)
Setiembre de 2016








[1] Erróneamente Edmundo Guibourg declaró que los guitarristas de Gardel en esa oportunidad fueron Barbieri y Riverol, ya que este último se incorpora al acompañamiento de guitarristas en 1930

[2] Del texto se desprende que el artículo se publicó “a los dos días”, es decir el viernes 28, aunque en rigor de verdad para esa fecha el Cantor ya estaba en suelo francés.

[3] Carlos Zinelli afirma en “Carlos Gardel, el Resplandor y la Sombra” (1987) que en 1928 se encontraba en París, como integrante del sexteto que dirigía Carlos Spaggiari y que compartió escenario con Gardel durante tres meses. Si bien no existen motivos para poner en duda sus afirmaciones, tampoco hemos podido documentar sus recuerdos, ni en la prensa francesa ni su regreso al país en los archivos del CEMLA.

[4] ilustrada con la imagen de Edmonde Guy, quien por entonces se presentaba en el “Palace”, según refiere al comienzo de la nota




Fuentes Consultadas:

LIBROS:

BARCIA, José – FULLE, Enriqueta – MACAGGI, José Luis: Primer Diccionario Gardeliano. 2da Ed. Corregidor, Bs. As., 1991

DELMAR, Alberto. Gardel, el encanto magnético (vida del cantor fascinante y retrato de una época). Ed. Vinciguerra. Bs. As., 1996

FEBRÉS, Xavier: Gardel a Barcelona i la febre del tango (Ed. Pòrtic. Barcelona, 2001)

HERNÁNDEZ, Anastasio: Vida y Obra de Carlos Gardel (Ed. Del autor, Córdoba, 1996)

MACAGGI, José Luis - ZINELLI, Carlos: Carlos Gardel. El resplandor y la sombra. Ed. Corregidor, 1987

MORENA, Miguel Ángel: Historia Artística de Carlos Gardel. Estudio Cronológico. 5ta edición ampliada y definitiva. Ed. Corregidor. Bs. As., 2008

PELUSO, Hamlet – VISCONTI, Eduardo: Carlos Gardel y la Prensa después de su muerte (1935-1950). Ed. Corregidor, 2014.

ZALKO, Nardo: “Un siècle de Tango. Paris-Buenos Aires” (Éditions du Félin, París, 1998)

LES GUIDES BLEUS – PARIS ET SES ENVIRONS. Hachette (Paris, 1924)

PARIS ET SES ENVIRONS – Baedker (Paris, 1931)

REVISTAS:
“La Construction Moderne” (Paris, 1907)
"La Rampe" (Paris, 1928)

ARCHIVO DE AUDIO:
“El Gardelazo”, micro radial (1981-1987) a cargo de Luis Ángel Formento y Antonio Carrizo.


Central Meteorológica y Geológica del Caribe
Bibliothèque Nationale de France