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"LA MARIPOSA" no era de Cepeda ni se llamó "Gorjeos"

 




na de las más bonitas páginas del repertorio folklórico de Gardel es el estilo “La Mariposa” que llevó al disco en 1912, 1917, 1929 y 1930. En la primera oportunidad se adjudicó la autoría de música y letra y en las restantes la compartió con José Razzano, ignorando las revistas que difundían esas décimas con el título “Gorjeos”, una cuarta estrofa que él no cantaba y la firma de Andrés Cepeda.

Esos folletos suelen tener importantes errores y omitir fecha, compilador o editor responsable, por cuanto para confirmar esa información preferimos consultar el libro “Las Glorias de Andrés Cepeda” que Francisco N. Bianco, tomó directamente de los manuscritos del poeta carcelario y cuya primera edición publicó en 1939.   

  


 

Documentado está que Cepeda entregó sus originales en una precaria carpeta en cuya portada se leía:

“TRISTE” (poesías) por: Andrés Cepeda. Dedicadas a mi querido Compadre Don Raimundo Bianco (El argollero) Como alto exponente de cariño. (Cárcel Nueva) Bs. As. 17-4-1904.[1]


El poeta falleció el 30 de marzo de 1910 y meses más tarde Raimundo entregó ese material a su sobrino, concediéndole la exclusividad:

 

“AUTORIZACIÓN: Autorizo a mi querido sobrino Francisco N. Bianco para que pueda grabar en discos e imprimir sobre papel, cualesquiera o todas las obras de mi inolvidable compadre Andrés Cepeda (Mármol). Mi sobrino Pancho, es el único autorizado para velar por todas ellas, como para adaptarle música a las mismas. Para que conste, con el permiso de Andrés Cepeda, firmo la presente autorización. Raimundo Bianco. (Cárcel Nueva). Agosto 13 de 1910”[2]

Hasta aquí, lo sabido desde 1939 y reiterado hasta nuestros días.

Menos conocido es que el 1 de julio de 1921 la revista “Canciones Populares” publicó la poesía que nos ocupa con el título “Quejas” y la firma de Florencio Iriarte.

 


Iniciando la discusión, “La Milonga Popular” publicó las mismas décimas llamándolas “La Mariposa” y pertenecientes a Andrés Cepeda.

 



Para poner fin a esa guerra, el 1 de octubre “Canciones Populares” dedicó una página a la reivindicación de la autoría de Iriarte, atacando a la flamante revista “La Milonga Popular” y –aunque sin nombrarlo-, a Francisco Bianco.

Resulta sorprendente la omisión a las dos grabaciones que para entonces había realizado Gardel –con el descabellado título “La Mariposa”-, tratándose de una revista que desde su primer número incluía tangos de su repertorio.

  

¡Triunfando ante la luz!

Está visto y probado que la impotencia es la consejera más envidiosa que puede existir, y la prueba la tenemos un millón de veces más con el caso ridículo que se ha producido en estos momentos.

Cuando apareció CANCIONES POPULARES, el público la recibió con grandes muestras de simpatía. Tanto es así que la primera edición del número 1º se agotó inmediatamente, lo que dio margen a que se imprimiera una segunda.

A raíz de estos éxitos sinceros entró a roer la codicia en determinados seres inválidos para triunfar honestamente en la lucha por la vida.

Parece que estos individuos, incapaces de crear nada nuevo, aprovecharon la oportunidad para publicar una revista plagiándonos horriblemente la nuestra.

Pues bien, esos individuos, en maridaje con un sinvergüenza (vulgo caradura), que titulándose payador, sin respetar el léxico, improvisa cosas raras (él está convencido que son versos), por los bodegones donde habitan los hampas de nuestra lacra social, y gracias a la miopía cerebral de esos analfabetos, se puede decir que anda en libertad, de lo contrario haría tiempo que el Hospicio lo tendría como uno de sus más lógicos pensionistas, para bien de la humanidad y del idioma.

Como decíamos, en maridaje con ese bárbaro moderno, han dado a luz una composición con el descabellado título: La mariposa, y para colmo la hacen firmar a Andrés Cepeda, cuando el verdadero autor es Florencio Iriarte, y el título es: Quejas (Canciones Populares la ha publicado en el primer número).

Solamente a esos pobres individuos se le ocurren esas cosas, porque estarán acostumbrados a obrar íntimamente en tal forma.

¡Esto es un atropello en plena luz, a lo indio!

Lo más ridículo es que figura como administrador un señor J. A. Pulido[3], que pertenece a la Sociedad Argentina de Autores y ante su vista ha dejado que se robe impunemente a un colega que ha rendido tributo a la madre naturaleza.

Daremos más detalles: Esos versos fueron publicados hace la friolera de diez y ocho años en la revista La Pampa, dirigida por R. J. Mazzuz y A. I. Marini, es (SIC) el número 8, el día 7 de octubre de 1903, y eran firmados por Inocencio Herrera, pseudónimo que usaba en ese tiempo el malogrado Florencio Iriarte.

Conste que estamos a disposición para darles pruebas irrefutables.

Es bueno que el público conozca la verdad y no permita esta clase de negocios a seres que, por lo visto, ignoran el valor moral que encierra la palabra: dignidad.

LA ADMINISTRACIÓN DE “CANCIONES POPULARES”

 


El enojo es sincero, no oculta la impotencia ante la injusticia y ofrece pruebas que hoy resultan difíciles de hallar –como la revista de 1903- pero que en 1921 estaban al alcance de la mano[4].

Además proviene de alguien que no era parte interesada en el asunto y, trazando una elemental línea de tiempo, nos lleva a concluir en que erróneamente atribuyeron a Cepeda los versos de Iriarte:

Queda claro que “Inocencio Herrera” los publicó en 1903, Raimundo Bianco recibió los “versos tristes” en 1904 y su sobrino Francisco, en 1910.

En este contexto, es posible que Cepeda –quien también era cantor[5]- conservara entre sus papeles una copia y que los Bianco le hayan atribuido su autoría por desconocer la identidad que se ocultaba tras el pseudónimo.

Tío y sobrino custodiaron celosamente las poesías que habían heredado y más de una vez afirmaron que algunas habían sido plagiadas. Claro que no hay motivos para ponerlo en duda, pero nada nos asegura que no fueran ellos los confundidos, al menos en esta oportunidad. Poco sabemos de Raimundo, pero Francisco tenía solo diez años cuando Cepeda obsequió los “versos tristes” a su tío y 16 cuando llegaron a sus manos. Es lógico y comprensible que desconociera a autores de páginas escritas durante su infancia.

 

Esta presunción encuentra también respaldo en las “Poesías Selectas por Andrés Cepeda”, folleto aparecido poco después de su muerte que reúne quince de sus versos: “La Conscripción”, “El Alcoholismo”, “Flores y Espinas”, “Desprecio”, “La Vida del Hombre”, “A tus Flores”, “A una Ingrata”, “La Juventud”, “El Peregrino”, “Ortografía”, “Los pensamientos”, “En la Playa”, “Consejos”, “A un Amigo” y “Dedicatoria”.

Cierto es que el título preanuncia una selección –y no su obra completa-, por cuanto es un interesante complemento la enumeración de poesías de Cepeda que hace su amigo el payador Luis Galván[6] en las décimas escritas en su homenaje: “El Rumor”, “El Pingo del Amor”, “El Poncho del Olvido”, “Al Noy[7]”, “A Magdalena”, “La Rosa”, “Consejos”, “Siempre Errante”, “Dijo Hernández con razón”, “Tu Imagen”, “Los Migitorios”, “Mi guitarra, ella y yo”, “A Saravia”, “A Maldonado”, “Con en Vela” (SIC), “A mi China”, “La Duda”, “Espinas y Flores”, “El Alcoholismo”, “El Cedrón”, “El Escudo”, “El Almohadón” y “A Ño Basso”.

 

Nótese que al unificar ambas nóminas se reiteran los títulos “Consejos” y “El Alcoholismo” y se menciona indistintamente “Espinas y Flores” - “Flores y Espinas”[8], pero lo más llamativo es que muchos de ellos no se encuentran en “Las Glorias…” –¿Tampoco en los manuscritos que recibieron los Bianco?- y no hay ninguna mención a “La Mariposa” ni “Gorjeos”.

 


 

La guerra había comenzado.

No tardó en aparecer “MI GUITARRA. Estilos criollos por Andrés Cepeda”, donde encontramos a “Gorjeos” por primera vez atribuido a este autor. Si bien no tiene fecha ni datos del compilador, reúne poesías luego publicadas en “Las Glorias…”, en un sugestivo orden -como si los manuscritos estuvieran clasificados por grupos- y ha preferido omitir no pocos de los títulos publicados en “Poesías Selectas”.

Sin dudas, estamos frente a dos “fans” que en franca actitud competitiva se disputaban la obra y la amistad de Cepeda. En este contexto, deducimos que “Mi Guitarra” se publicó a instancias de Raimundo Bianco y que concedió la exclusividad a su sobrino ante el riesgo de perder el podio “cepedista”.

 

 

Índice de "MI GUITARRA" Índice de "LAS GLORIAS..."
La Amistad Consejos
Hernández Dedicatoria
Maldición El Peregrino
El Huérfano Sobre el Pingo del Amor
Mi Guitarra (ella y yo) La Amistad
Magdalena Hernández
La Rosa Maldición
En Vano El Huérfano
A Mi Madre El Alcoholismo
El Atorrante Los Pensamientos
La Pecadora Desprecio
Al Noy A una Ingrata
El Mendigo Ortografía
A Bejarano La Pecadora
Triste En la Playa
A una Ramera A un Amigo
A mi Rubia Mi Guitarra (ella y yo)
Gorjeos Magdalena
El Ciego La Rosa
El Almohadón En Vano
El Poncho del Olvido A mi Madre

El Atorrante

El Noy

El Mendigo

A Bejarano

Triste

A una Ramera

A mi Rubia

Gorjeos

El Ciego

El Almohadón

El Poncho del Olvido

La Vida del Hombre

Amargura

Catorce para los Quince

La Tísica

Flores y Espinas

 

Desde entonces, la autoría de “Gorjeos” se atribuye a Andrés Cepeda en un involuntario plagio, fruto del celo con que los Bianco custodiaron su obra y del desconocimiento de su verdadero autor. 

 


  



Durante la infructuosa búsqueda de la revista “La Pampa”, dimos con un ejemplar de “Décimas Variadas para cantar con guitarra” de Florencio Iriarte editado en agosto de 1897 por Antonio López (Buenos Aires). En las páginas 16 y 17 hay cuatro décimas tituladas “Quejas” que no guardan ninguna relación con las hoy conocidas como “La Mariposa” pero sirven para deducir que este estilo debió componerse con posterioridad a 1897 (¿hacia 1903, cuando apareció en la revista?) y no sería ilógico pensar que el propio Iriarte haya contemplado otro título –¿“Gorjeos”?- para evitar la homonimia en dos de sus poesías.

 

En las publicaciones de 1910 y anteriores no hemos encontrado estos versos con el título “La Mariposa”, por cuanto conjeturamos que el bautismo pudo corresponder a Gardel, no solo porque eran prácticas habituales en su repertorio sino porque de esta manera no vulneraba los derechos de Francisco Bianco. Ambos eran amigos desde la infancia[9] y debió regodearse con la interpretación que Gardel hacía de este estilo cuyo título y autor nada tenían que ver con Cepeda y, por lo tanto, no estaban alcanzados por la exclusividad que su tío Raimundo le había conferido. 

En las sugestivas décimas con que finaliza “Las Glorias…”, Bianco alude a las “artísticas maniobras” (¿?) realizadas por Gardel y, lejos de acusarlo de plagio, niega que se hubiese atribuido la autoría de los versos de Cepeda.  

Finalmente, la mención a las “ganancias remuneradas” permite sospechar un acuerdo económico entre ambos amigos, mediante el que Gardel bien pudo comprar los derechos. Si bien esto es solo una conjetura, se corresponde con la ética del Cantor, con la afirmación de Bianco y explica que el dúo Gardel-Razzano siguiera figurando como autor en discos y partituras[10] sin generar inconvenientes:

            Nuestro Carlitos Gardel

            En artísticas maniobras,

            Siempre respetó sus obras

            Las que grabara a granel

            Nunca declaró que él

            Fuera el verdadero autor,

            Aunque tuvo a su favor

            Ganancias remuneradas,

            Quedando así compensada

            Su meritoria labor.





  

Hasta el momento no hemos encontrado ningún reclamo de Florencio Iriarte, quien seguramente escuchó la interpretación que Gardel hacía de “La Mariposa”. 

Tal vez, subyugado por el magnetismo del Morocho Cantor, se limitó a aplaudir y a pedir un “bis”.




 

 Ana Turón

Azul, marzo 7 de 2022




FUENTES CONSULTADAS:

Libros.

BENEDETTI, Héctor Ángel. Gardel en 1912. Éditions de la Rue du Canon d’Arcole (Bs. As., 2005)

BIANCO, Francisco. “Las glorias de Andrés Cepeda”. Ed. Caymi (Bs. As., 1958)

DEL GRECO, Orlando. Carlos Gardel y los Autores de sus canciones. Ed. Akian  (Bs. As., 1990)

MORENA, Miguel Ángel. Historia Artística de Carlos Gardel. Estudio Cronológico. 5ta. Edición. Ed. Corregidor (Bs. As., 2008).

MOYA, Ismael. El arte de los Payadores 1era. Edición. Ed. Berrutti (Bs. As., 1959)

SÁNCHEZ SÍVORI, Amalia. Diccionario de Payadores. Ed. Plus Ultra. Bs. As., 1979

 

Revistas y Folletos.

Canciones Populares –Año I – Nº 1 (julio de 1921)  y Nº 5 (octubre de 1921)

La Milonga Popular – Año I – Nº 2 s/f (1921)

Poesías Selectas de Andrés Cepeda. Bs. As., s/f (1910)

Mi Guitarra. Estilos Criollos por Andrés Cepeda. Bs. As., s/f (1910)

IRIARTE, Florencio. Décimas Variadas para cantar con guitarra”. Antonio López (Bs. As., 1897)

 

Internet.

Canal de YouTube de EL COLECCIONISTA

 

Archivo personal.

 



[2] BIANCO, FRANCISCO N. Las Glorias de Andrés Cepeda. Versos Tristes. Buenos Aires, editorial Angulo, 1939 (citado por BENEDETTI en “Gardel en 1912. Historia de sus primeras grabaciones”).

 

[3] Se refiere a Juan Andrés González Pulido (según consta en la primera página de “La Milonga Popular”), quien en 1928 escribió una página con elogiosos conceptos sobre Francisco Bianco, con el pseudónimo “Miquix del Zolar”.

 

[4] La misma información ofrece Héctor Ángel Benedetti (op. Cit., pág 92), mencionando como fuente al investigador Pedro Primo Merli.

 

[5] A la fotografía de Cepeda pulsando la guitarra, sumamos las opiniones de Ismael Moya (quien lo define como “payador de relevantes condiciones”) y Víctor Barrenechea (“músico, cantor y poeta”) y agregamos que conoció a Gabino Ezeiza y a José Betinoti. Es posible que ante la imposibilidad de desarrollar su arte, durante sus prolongadas estadías en prisión Cepeda canalizara sus inquietudes escribiendo los versos que no podía cantar.

 

[6] Sus poesías fueron compiladas en “A mi madre” (1900), “Los Patotas y Colección de Canciones” (1907), “Flores Marchitas”, “Páginas de Gloria” (1909), “El tango de las afiladoras”, “Los Patotas”, “Lamento de un Payador”, “Flores y espinas” (1910), “Décimas Amorosas”, “Estilos Criollos”, “Nuevas y Verdaderas Décimas Variadas” (1915)

 

[7] En realidad se refiere a Guillermo Alnoy, amigo de Cepeda desde su infancia

 

[8] “Flores y espinas” fue el título que Luis Galván eligió en 1910 para uno de sus folletos, posiblemente en homenaje a Cepeda, ya que contiene una poesía dedicada a un amigo muerto cuyo nombre no menciona, pero la fecha es coincidente.

 

[9] Bianco recordaba que había conocido a Gardel en 1902 y, como hemos visto, se vinculó a Cepeda por medio de su tío. Es curioso que en su libro “Recuerdos de Carlos Gardel” (1945) no mencione la supuesta amistad entre el Zorzal y el poeta carcelario -tantas veces reiterada-, por cuanto coincidimos con Del Greco en que ambos “se conocieron” aunque sin mantener una relación estrecha. 

 

[10] Nótese que Gardel-Razzano figuraban como autores en las empresas grabadoras, encargadas de imprimir etiquetas de discos y partituras. En cambio, en las revistas y folletos donde el dúo no tenía injerencia, se mencionaba la mayoría de las veces a Andrés Cepeda y –en pocas oportunidades- a Florencio Iriarte.