“Fue con el dinero que ganó con
‘El Conventillo de la Paloma’, un
suceso fenomenal que superó las mil representaciones y además, el viaje fue para
celebrar las Bodas de Plata matrimoniales”, recuerdan sus familiares. Ambos
hechos están documentados y nos orientan en cuanto a fechas: El sainete se
estrenó el 5 de abril de 1929 en el
Teatro Nacional y Alberto Vaccarezza había contraído enlace con Amanda el 14 de
abril de 1906, de manera que cumplieron sus 25 años de matrimonio en abril de 1931.
Precisamente ese año Gardel actuó
en el “Palais de la Mediterranée” desde el 15 de enero hasta fines de febrero. Finalizados
sus compromisos artísticos permaneció en Niza -donde conoció a Charles Chaplin-
hasta la segunda mitad del mes de abril.
Gardel en Niza, durante el festejo de cumpleaños de Charles Chaplin (16 de abril)
|
Ya en París, el 1 de mayo firmó
contrato con la empresa cinematográfica Paramount y pronto comenzó el rodaje de
“Luces de Buenos Aires” en Saint-Maurice[2]
mientras actuaba en el teatro “Palace”; luego grabó discos y el 8 de julio
celebró el aniversario de la Independencia Argentina. La prolija cronología de
Miguel Ángel Morena no ha registrado sus pasos hasta el 21 de agosto, fecha de su
arribo a Buenos Aires, de manera tuvo tiempo para trasladarse a la Costa Azul a
disfrutar de unos días de descanso antes de embarcarse.
En búsqueda de mayores precisiones,
señalamos que los descendientes de Alberto Vaccarezza no recuerdan ninguna
mención al jockey Irineo Leguisamo, quien estuvo en Niza durante el carnaval
(febrero), luego viajó a París y desembarcó en Buenos Aires el 3 de abril de
1931. En esta retrospección restamos los doce a quince días del viaje marítimo
y el tiempo que pudo permanecer en París (serían razonables otros diez o quince
días) y llegamos a la conclusión de que para desencontrarse con Leguisamo,
Vaccarezza debió llegar a Niza no antes de marzo.
Tampoco recuerdan nuestros
cronistas ninguna mención a Charles Chaplin, quien llegó a Niza el 31 de marzo
y el 8 de abril presenció el estreno de “Luces de la ciudad” en Montecarlo.
Estas omisiones nos
desconciertan porque, de haber coincidido en geografías tan pequeñas,
Vaccarezza lo habría recordado y comentado a los suyos.
Otro cabo que permanece suelto
es el festejo de su propio cumpleaños del 1 de abril, imposible de olvidar si
transcurrió en altamar o a orillas del Mediterráneo, pero nadie recuerda ninguna
mención a esta circunstancia que habría sido de gran ayuda para precisar la
fecha de su encuentro con Gardel.
Pese a la información perdida en el tiempo, la existente indica que el episodio que motiva este
artículo pudo producirse entre marzo y
abril de 1931 (primavera) o entre el 8
de julio y los primeros días de agosto (comienzo del otoño): La familia
Vaccarezza estaba en Europa y Gardel en Francia sin compromisos artísticos.
La Inolvidable Serenata
El recuerdo familiar refiere
que en Niza Alberto Vaccarezza, su esposa Amanda y su hijo Juan Isidro se
alojaban en el hotel “Negresco”.
Un atardecer el matrimonio salió
con Gardel -a quien conocían desde muchos años- y otra persona cuyo nombre nadie recuerda. Paseaba despaciosamente la volanta por las
calles de Niza, en un crepúsculo plateado
por la luna.
Amanda no pudo resistir y le
pidió:
- Cantame algo, Carlos
De inmediato Gardel satisfizo
el pedido y, a su paso, la gente lo reconocía y le ofrecía afectuosos saludos convirtiendo la calle en una improvisada platea y los balcones, en palcos de
privilegio.. Sin interrumpir su canto, agradecía con la mano mientras los ojos
de sus amigos brillaban de emoción y de nostalgia.
Inevitablemente surge una
pregunta: Qué pudo haber cantado Gardel en esa función exclusiva para sus amigos, en plena calle nizarda, a la luz
de la luna? Ese detalle, tan importante para nosotros, se perdió en el olvido. Intentemos
una aproximación:
1) Si
hubiese cantado alguno de los temas de Vaccarezza que integraban su repertorio[3], Don Alberto o su esposa lo habrían mencionado, por cuanto descartamos esta
posibilidad.
2) Si el
encuentro se produjo en marzo o abril,
pudo cantar alguno de los temas que llevó al disco en mayo: “Querencia” (cifra
de A. Chiriff – F. Silva Valdez), “Anclao en París” (tango de G. Barbieri – E.
Cadícamo), “Madre hay una sola” (tango de A. Bardi – J. De la Vega), “Como
abrazao a un rencor” (tango de R. Rossi – A. Podestá), “Fondín de Pedro
Mendoza” (tango de R. De los Hoyos – L. C. Amadori – I.Pelay), “Gotas de
Veneno” (tango de A. Tavarozzi – J.C. Welker), “Hasta que ardan los candiles” (ranchera
de F. Pracánico – D. Novillo Quiroga), “Riojana mía” (vals de A. Río),
“Confesión” (tango de E.S. Discepolo – L.C.Amadori) o las canciones francesas
“Déjà” (J. Lenoir – E. Aivaz) y “Folie” (A. Nilsson Fysher).
3) Si el
encuentro se produjo entre el 8 de julio
y los primeros días de agosto (cuando embarcó en el “Comte Verde” de
regreso a la Argentina), a la nómina anterior pudo agregar “Tomo y Obligo” (tango de Gardel y
Manuel Romero) o “El Rosal” (canción de Gerardo Matos Rodríguez y Manuel
Romero), que integraban su reciente película “Luces de Buenos Aires”.
Nunca sabremos cuál fue el
título elegido por Gardel para aquella ocasión.
Por tratarse del pedido de una
dama tal vez excluyera versos del tenor de “Tomo y Obligo” (“de las mujeres
mejor no hay que hablar / todas, amigo, dan muy mal pago”) y optara por otros
más líricos. Las palabras de Vaccarezza referidas a su llanto “de belleza y lejanía”
podrían indicar que la interpretación de Gardel haya estado estrechamente
vinculada con Buenos Aires. En tal caso podría tratarse de “Anclao en París”,
versos apropiados para la circunstancia y el auditorio: “Cómo habrá
cambiado tu calle Corrientes, Suipacha, Esmeralda, tu mismo arrabal. Alguien me
ha contado que estás floreciente y un juego de calles se da en diagonal…”
En el Casino de Montecarlo
En Montecarlo la familia
Vaccarezza se hospedó en el “Hotel de Paris” situado frente al famoso casino.
Juan Isidro, de 18 años, salió a comprar los cigarrillos que su padre le había
encargado pero desvió su camino hacia las tentadoras salas de juego.
Había ganado muchas fichas
cuando alguien le tocó el hombro. Era Gardel.
-Pibe, ¿qué
hacés acá?
-Uuy Don Carlos, el viejo me mandó a comprar cigarrillos y yo
entré y ¡mire, estoy ganando!
Gardel vio el montón de
fichas y le dijo:
-¿Todas
esas fichas son tuyas?
- sí
-¡Vení,
vamos a cambiar y te acompaño al hotel porque tu viejo te va a matar!
Efectivamente, al llegar
al hotel, Vaccarezza muy enojado increpó a su hijo:
-¿Dónde
te habías metido, atorrante?
Gardel, interrumpiendo, le
respondió: "¡Callate, callate, que el pibe te va a hacer una colcha con todos
estos francos!" y le empezó a tirar, uno por uno, los billetes de
100 sobre la cama, ante el asombro de Alberto y Amanda Vaccarezza.
No hemos podido establecer la
fecha de partida de la familia Vaccarezza rumbo a Europa, pero sus
descendientes refieren que viajaron en la lujosa primera clase del “Giulio
Cesare” (donde los hombres cenaban de esmoquin o frac y las damas, de largo)
con destino a Génova y que llevaron el Packard
negro para movilizarse con mayor libertad. Todo indica que Niza fue la primera
escala de un largo viaje, adonde habrían llegado en auto, bordeando el
Mediterráneo.
En mayo de 1941 Alberto
Vaccarezza revivió esas vacaciones en una poesía que en principio tituló
“Itinerario” y luego corrigió por “El viaje”:
Te he llevado en mi coche por
todos los caminos,
Nos embarcamos juntos en naves
de ultramar,
Y puertos y ciudades, hoteles y
casinos,
Continuamente unidos nos vieron
desfilar.
¡Oh, sueño de aquel viaje que
intentaré fijarlo…!
En el carnet de mi alma pinté
cada país;
Con sus azules días a Niza y
Montecarlo
Y sus brillantes luces las
noches de París.
Alucinadamente corrimos por las
calles
De la deslumbradora ciudad de
Baudelaire
¡Qué hermosa era la tarde que
fuimos a Versalles!
¡Oh, Francia, quién nos diera
volverte a recorrer!
Cruzamos hacia Italia por la
montaña recia
Hasta llegar al borde del
muelle San Julián,
Y ver, tras los dormidos
canales de Venecia,
Las torres de Boloña y el duomo
de Milán.
¡Rivera genovesa que ya no he
de bordearte!
Por curvas carreteras de
nuestro afán en pos
Nos fuimos a Florencia a
emborracharnos de Arte
Y a hacerle luego en Roma una
visita a Dios.
Y poseídos siempre de nuestro
mal creciente,
De Nápoles la bella, en una
noche azul,
Sonambulescamente zarpamos para
Oriente
Hasta besar las playas doradas
de Estambul.
De la moderna Cairo febril y
babilónica
A Tierra Santa fuimos con santa
devoción,
Soñamos en Atenas y oímos en
Salónica
La romancesca fabla de Lope y
Calderón.
No sé cómo arribamos a la
divina Hungría
Con la fatiga huraña del viaje
a los soviets
¡Ah, quién volviera a verte
como te vi aquel día
En el inolvidable Kursall de
Budapest!...
La música de Strauss en los
cafés de Viena
Parece que suspira mejor en el
violín.
Y al filo de una noche
magnífica y serena,
Viramos por la ruta de Munich a
Berlín.
Vertiginosamente de la germana
tierra
Pasamos a Bruselas, llegamos a
Calais…
¡Qué rojo era aquel barco que
nos llevó a Inglaterra
Y al puerto de Lisboa nos
transportó después!
En lusitanos campos de
sugestión extraña
Grabaron los neumáticos nuestro
rodar veloz,
Y en un glorioso día a la
valiente España
Entramos por la puerta del
pétreo Badajoz.
En Mérida la vieja volaron
nuestros sueños
Sobre el romano circo de la
vetusta lid
Y desde los maduros trigales
extremeños,
En una sola etapa llegamos a
Madrid.
La hospitalaria gente alegre y
decidora,
Clamor de pregoneros en la
Puerta del Sol.
Por el motivo triste que más de
un pueblo llora
Graciosamente ríe y canta el
español.
Al Pardo y Molineros como una
blanca novia
Cuarenta noches claras conmigo
te llevé,
Y fuimos a Toledo y fuimos a
Segovia
Y a Salamanca que nunca
olvidaré.
Y pues que trasponiendo los
llanos de Castilla
Galicia y la Vasconia
concluíamos de ver,
Camino de la Mancha, bajamos a
Sevilla
La tierra del moreno Jesús del
gran poder.
Piadosamente dulce,
cristianamente buena,
Antes de ir al Alcázar y al
barrio Santa Cruz
Quisiste que te viera la virgen
Macarena
Y al verte vio en tus ojos dos
lágrimas de luz.
Te ungió con sus donaires la
gracia sevillana
Y por la plana senda del húmedo
arrozal
Nos vio pasar florida la vega
valenciana,
Sagunto, Tarragona y la ciudad
Condal.
¿Adónde vamos, alma? Ya hemos
corrido tanto
Que en este mundo viejo no se
podrá seguir.
América nos llama. Se acaba ya
mi canto.
Nostalgias de la tierra…
volvamos a partir.
Y el mar, el mar de nuevo. La
larga cabalgata
Del barco en el oleaje, la
costa del Brasil…
¡Río! ¡Montevideo… el aleonado
Plata!
Y al fin de Buenos Aires se
escalonó el perfil.
Los últimos reflejos de un
neblinoso día
Del barco en que partimos nos
vieron descender…
¿Adónde estás ahora, oh blanca
novia mía,
Que desde aquella tarde ya no
te he vuelto a ver?
¿Adónde estás ahora…? De
luengas tierras traje
Esta inquietante fiebre de
andar, andar y andar…
Pero me alienta el sueño de que
al final del viaje
La tierra de mi tierra mi sueño
ha de borrar.
Si bien fue escrita
cuando ya habían transcurrido diez años, difícilmente contenga inexactitudes
por las características del viaje (por lo prolongado, por los lugares que
visitó y porque fue el único que realizó con su esposa). Eligió un micrófono
radial para darla a conocer, mientras Amanda aplaudía junto al aparato receptor
de su casa y repetía emocionada “¡muy linda, Alberto, muy linda!” sin presentir
que nunca más volvería a verlo: Adhelma Falcón había irrumpido en la vida del
sainetista, pero ésa es otra historia…
El matrimonio Vaccarezza en
Italia, durante el viaje de 1931.
|
En cuanto al viaje que motivó
este artículo, es oportuna la información obrante en el registro del Centro
Estudios Migratorios de Latinoamérica (CEMLA), donde consta que regresaron el
28 de agosto de 1931 en el “Duilio”, proveniente de Génova.
Una semana antes, Gardel había
regresado en el “Comte Verde”.
Ambos amigos se reencontraban
en teatros porteños y reuniones de camaradería artística, pero aquel episodio de
la Costa Azul quedaría en la memoria de Alberto, Amanda y Juan Isidro Vaccarezza
hasta el fin de sus días.
Ana Turón – Antonio
Vaccarezza[4]
Azul - Buenos Aires, 8 de julio dee 2017
Agradecimientos:
GALOPA,
Georges: Por los artículos periodísticos de Niza que informan la llegada de
Charles Chaplin y su visita a Mónaco.
VACCAREZZA,
Mercedes[5]:
Por acompañarnos en este trabajo.
Fuentes consultadas:
C.E.M.L.A.
(Centro de Estudios Migratorios Latinoamericano)
DEL
GRECO, Orlando: Carlos Gardel y los Autores de sus Canciones. Akian, 1990
FRANCO, Lily: Alberto
Vaccarezza. Ediciones Culturales Argentinas, 1975.
LEGUISAMO, Irineo: De Punta a
Punta. Sesenta años en el Turf. Ed. Emecé, 1982.
MORENA, Miguel Ángel. Historia
Artística de Carlos Gardel. Estudio Cronológico. Edición definitiva. Ed.
Corregidor, 2008.
[1] Bartolomé
Ángel Venancio Vaccarezza (1-IV-1886 / 6-VIII-1959) Autor de unos
doscientos sainetes, tangos y guiones cinematográficos, desarrolló una intensa
actividad cultural y gremial que incluyó la Presidencia de Argentores y Casa
del Teatro
[3]
Gardel grabó trece de los treinta y tres
temas (en su mayoría tangos) que Alberto Vaccarezza escribió, casi siempre para
sus sainetes: “La Copa del Olvido”,
“Talán…Talán”, “Araca, Corazón”, “Padre Nuestro”, “Otario que andás penando”,
“Francesita”, “No le digas que la quiero”, “Adiós, que te vaya bien”, “Eche
Otra Caña, Pulpero” (con músicas de Enrique Delfino); “Adiós Para Siempre”, “No
Me Tires Con La Tapa De La Olla”, “El Poncho Del Amor” (en coautoría con
Antonio Scatasso) y “El Carrerito” (con música de Raúl De Los Hoyos).
[4]
Nieto de Alberto y Amanda Vaccarezza, recogió las anécdotas aquí relatadas de
labios de su abuela.
[5]
Hija de Alberto Vaccarezza y su segunda esposa, María Angélica Delbene.