VILLA PIAZZA
Bebí allá en el tiempo
La añeja ternura
De los buenos nombres
Y nací a los sueños
Su libro de memorias (2002) |
De mi barrio,
Zanjón y el silencio
De todo un misterio,
Acacias y el cielo
Rindiéndose a un prado.
Tenían sus calles
Un marrón prestado,
Oriundo del alma,
Sangría ilustrada
De un tanino amargo
Como el pan que daba.
Me dio su laguna
La magia ondulante
De un mar de esperanza,
Nido que se alcanza
Tuve en sus mimbrales.
Tuve la capilla,
La casa, el molino,
Ella y un destino
Que una tormenta (*)
Me tumbó los sueños
Y el gorrión herido.
(*) En la grabación discográfica el autor dice “Que en una tormenta”.
A los diez años ingresó al Seminario Diocesano donde permaneció dos y abandonó “por propia decisión”, aunque los principios cristianos recibidos dejaron una huella indeleble en su personalidad, que se refleja en su poesía.
En 1953 se radicó en Buenos Aires, donde se casó y tuvo dos hijos -Luis y Carlos, que luego le dieron diez nietos-, y trabó amistad con figuras señeras del tango.
En sus periódicas visitas a nuestra ciudad cantó cada vez que tuvo oportunidad. Entre sus recuerdos, figuraba en lugar destacado su actuación como vocalista en la orquesta de Roberto Muñoz durante la inauguración de la Confitería “Cacique Catriel”, junto a Alberto Perissé y Eduardo Echeverría.
Su libro de memorias dedica un capítulo a “…los cantores de mi pueblo que admiré y admiro”: Agustín Pérez (a quien mi generación conoció vendiendo golosinas en la Escuela Normal, ignorando sus dotes artísticas), “Daniel Izaguirre” (René “Pirucho” Rebolino, de notable parecido con Gardel que llegó a grabar con la orquesta de Francisco Rotundo junto a Enrique Campos), Luis Mario Bigalli, “Chiche” Díaz y Lucho Albornoz entre otros.
Sus actividades laborales ajenas a la música lo llevaron a Tierra del Fuego, desde donde enviaba grabaciones de sus discos a Tito Gallicchio (“Julio Vidal”) para su programa “La Serenata de los Barrios” de LU 10 Radio Azul, donde también se presentó en vivo con el bandoneón de Julio Pane y la guitarra de Aníbal Arias.
El 28 de febrero de 1993 visitó nuestra ciudad para dar el último adiós a su padre, “una mezcla de roble y jazminero” que le había inspirado los versos de la “Zamba del Azul”, musicalizados por Horacio Cabarcos:
Querido pago de Azul,
Jardín de alada niñez
Que en Santa Elena me dio
Canción de cuna y amor;
Que en Santa Elena me dio
Del desvelo de un rosal
Rumor de Dios.
Postales sepias de ayer
Patio, molino y corral
Arrullos el palomar,
Casuarinas, el portón
Y en frente “Casa Espinal”.
Arrullos del palomar,
Casuarinas, mi emoción
Porque están.
En el “Callvú Leovú”,
Manantial de mis sueños,
Yo le canté a mi luna,
Canción de espuma
De los rumores;
Yo le canté a mi luna
Canción de espuma
Rumor de Dios.
Héctor Stamponi, Walter Piazza y César Rossi en FM San Fernando, 1990 |
De entraña gringa el tesón,
De la mancera al timón.
Abriendo surcos de fe
Al vuelo fue sembrador
De la mancera al timón
Abriendo surcos de fe
Fue sembrador.
Querido pago de Azul,
Si te llega esta canción,
Mi sueño de trovador
Será un canto en el final,
Tal vez te deje mi voz
Mi sueño de trovador
Será un canto en el final,
Ésta es mi voz.
Quise ser trovador
Y solo tuve un canto
Triste como la pena
De luna llena
Sin los rumores,
Triste como la pena
De luna llena
Lejos de ti.
César Rossi padecía “la misma enfermedad de Borges”, una ceguera progresiva irreversible que derivó en su total falta de visión. Radicado en el barrio de Saavedra –donde frecuentaba al Polaco Goyeneche-, ofrecía su arte a quien quisiera oírlo en la estación Pueyrredón de la línea D del Subterráneo de Buenos Aires. Presumiblemente a causa de algún malestar, cayó a las vías recibiendo severos traumatismos que motivaron su internación y posterior traslado al hogar de Fray Cayetano Rodríguez 437 (barrio de Flores), donde falleció el 2 de julio de 2017.
Ana Turón.
Azul, noviembre de 2021
Colaboración: Walter Piazza (Bs. As.)