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El Regreso de los restos de Gardel y el error de involucrar a Botana

 

Ver EL CADÁVER DE GARDEL




n su libro de memorias, Helvio “Poroto” Botana dedicó unos párrafos a Gardel que merecen ser analizados.

En la página 147 y bajo el título “EL ASESINATO DEL SENADOR ENZO BORDABEHERE Y LA MANITO PÓSTUMA DE CARLOS GARDEL”, ofrece una síntesis sobre el escándalo en el Senado de la Nación que derivó en el asesinato del mencionado legislador y a continuación señala: 

“…el país se levantó indignado (…) La opinión pública (…) comenzó a ejercer presión. Y no había nada para distraerlo.

La salvación llegó del exterior. Un mes antes había fallecido el más grande representante del alma porteña, Carlos Gardel.

En la Argentina se lo había sentido pero sin comprender su verdadera grandeza como hombre y como artista. Pero en el exterior se lo valorizaba y comenzaron a llegar informaciones de homenajes que se le tributaban en todo el mundo.

El culto a Gardel se inició primero en Lisboa, luego en París, Nueva York, Madrid, de donde llegaban avalanchas de noticias sobre homenajes que le tributaban donde no lo veían como un cantor sino como un ‘cantor’.”

 

Cierto es que la noticia se expandió urbi et orbi y conmocionó a todos los públicos, pero es erróneo afirmar que en Buenos Aires no se hayan realizado homenajes entre el 24 de junio (muerte de Gardel) y el 23 de julio (crimen de Bordabehere). Por el contrario, diarios y revistas porteñas se dedicaron no solo a la noticia ineludible del accidente de Medellín sino que abundaron en reportajes, semblanzas y anécdotas[1] que ocupan más de un centenar de páginas –la cuarta parte- del primer tomo del libro “Carlos Gardel y la prensa después de su muerte”[2].

La fecha y nombres de los diarios son suficientes:

25 de junio: “Crítica”, “La Nación”, “El alma que canta”, “Noticias Gráficas”.

26 de junio: “Última hora”, “Crítica”, “Noticias Gráficas”

27 de junio: “Nueva Época” (Corrientes)

28 de junio: “Noticias Gráficas”

29 de junio: “El Diario” (Montevideo), “Antena” (Bs. As.)

30 de junio: “Cinegrama” (Madrid)[3], “Noticias Gráficas” (Bs. As.), “Maribel” (Bs. As.)

6 de julio: “Antena”, “El Gráfico”, “Caras y Caretas”

7 de julio: “Blanco y Negro” (Madrid)

8 de julio: “La Canción Moderna”

Del 8 al 20 de julio: “La canción Moderna”

10 de julio: “Leoplán”, “Aconcagua”

13 de julio: “Antena”, “Caras y Caretas”

17 de julio: “El suplemento”, “La Canción Moderna”

 

Hubo, además, folletos que inundaron los kioscos, homenajes radiales,  minutos de silencio en teatros, brazaletes de luto en eventos deportivos. No es exagerado decir que “un pueblo lo lloraba y cuando el pueblo llora que nadie diga nada, porque todo está dicho”[4] y justo es aclarar que ese pueblo ignoraba lo que sucedía en el Senado. La política estaba reservada exclusivamente a los hombres y el público de los medios informativos era limitado: el de los diarios por el alto índice de analfabetismo y el de la radio por lo costoso del aparato receptor.       

 

Los recuerdos de Botana continúan, atribuyendo superpoderes a su padre y contradiciendo la verdad histórica:

“Natalio lo comprendió: [Gardel] era el símbolo de la alegría, de la limpieza criolla adecuado para oponerlo a la hora de descrédito y decepción que sacudía a la República. Fríamente, como sólo ellos podían hacerlo, analizaron con el presidente Justo esa poderosa imagen positiva que el mundo nos devolvía. Fue así que a ocultas, sabia y tenazmente, aceleraron el culto a Gardel y desviaron la mirada de la opinión pública. El Estado puso su parte; Crítica lo suyo. Se demoró ex profeso la vuelta de sus restos durante seis meses, buscando que la apoteosis tapara lo que por razones de Estado se debía olvidar. Justo, que hizo erigir el Obelisco para hacer un monumento que rompiera la chatura de la ciudad, y obligarnos a levantar la vista, nunca supo que había contribuido a crear otro más importante, con su oculta política de contribución a acelerar la perpetua presencia del maestro”

 

Fueron muchos los estudiosos, periodistas e historiadores que confiaron en los recuerdos de un muchacho por entonces de 20 años, testigo de las actividades de su padre y conocedor de entretelones que nadie más supo. Sin embargo, es oportuno señalar que en 1935 “Poroto” Botana realizó un prolongado viaje por Inglaterra, Holanda, Rusia, Alemania y París, donde realizó cursos de perfeccionamiento de escultura. Esa ausencia de varios meses explica que desconociera el dolor que la muerte de Gardel causó en Buenos Aires, donde pronto comenzaron las gestiones para repatriar los restos.

Una página sin identificar -¿"La Canción Moderna"?-, documenta que la Comisión de Homenajes nació a instancias y en las instalaciones de "Crítica", explicando en parte las atribuciones luego adjudicadas a su director quien, en rigor de verdad, fue anfitrión y testigo de las reuniones sin participación activa.



Décadas más tarde, Armando Defino transcribía el Acta Constitutiva:  

“En la reunión llevada a cabo en la Asociación Argentina de Artistas de Radio y Varietés, hoy 29 de junio de 1935, quedó constituida la única comisión pro-homenaje a Carlos Gardel y sus malogrados colaboradores:

PRESIDENTE: Sr. Francisco J. Lomuto

VICE 1º: Sr. Luis Rodríguez Acasuso

VICE 2º: Dr. León Elkin

SECRETARIOS: Mario Bénard, Charlo, José Razzano, Onofre Contreras

TESORERO: Sr. Francisco Canaro

PRO-TESORERO: Sr. Max Glucksmann

VOCALES: Sras. Azucena Maizani, Camila Quiroga, Libertad Lamarque, Paulina Singerman, José Saldías, Alberto Vaccarezza, Juan de Dios Filiberto, Roberto Firpo, Augusto P. Berto, Enrique Delfino, Julio De Caro, Ignacio Corsini, A. de Muro, Edmundo Guibourg, R. Franchi, Pablo Suero, Andrés Romeo, A. Orts, Jorge Luque Lobos, Manuel A. Meaños, Ing. A Schroeder, Héctor G. Quiroga, Elías Alippi, Augusto Alvarez, Salvador Merico, Eduardo Zucchi, Francisco Bastardi, S. Bauer, E. Pardo, J. Valle, L. Rossenthal, W. Linderman, Francisco Maschio, Ireneo Leguisamo, Dr. Malbec, Dr. Salessi, M. Ferreryra, H. Pirovano, Julio Korn, Armando Defino.

COMISIÓN DE PROPAGANDA: A. Maizani, L. Lamarque, E. Guibourg, P. Suero, M. Meaños, R. Franchi, A. Orts, J. Luque Lobos, E. Alippi, F. Bastardi, C. Quiroga, Paulina Singerman.

SUBCOMISIÓN ORGANIZACIÓN DE FESTIVALES: José Razzano, Mario Bénard, Héctor Quiroga, Augusto Alvarez y Francisco Bastardi.

PRIMERA RESOLUCIÓN: Dirigirse al Gobierno Nacional, solicitando la repatriación de los restos de Gardel, Le Pera, Riverol, Barbieri, Corpas Moreno como así también para que se preste los mejores cuidados al sobreviviente José Aguilar.

SEGUNDA: Allegar fondos para aliviar la situación de las familias Riverol, Barbieri y Aguilar.

TERCERA: Dirigirse al Ministerio del Interior solicitándole que adopte las medidas del caso, para evitar que con pretexto tan nobles se puedan realizar otras colectas sin la responsabilidad y representación de la Comisión que acaba de organizarse.

CUARTA: Dirigirse a los órganos periodísticos del país solicitándoles la más amplia difusión de las medidas adoptadas.

QUINTA: Los artistas de radio, representados por los miembros de la asociación Argentina de Artistas de Radio, confirman su resolución adoptada con anterioridad, es decir, que no participarán en ningún homenaje que no sea autorizado por la Comisión que acaba de integrarse.

SEXTA: Citar por medio de la prensa a todos los miembros de la Comisión pro-homenaje para una nueva reunión el lunes próximo a las 13.30 horas, en la Casa del Teatro, santa Fe 1243”



Como puede observarse, Natalio Botana no integró la única Comisión de Homenajes, por cuanto es incorrecto afirmar que a instancias suyas “Se demoró ex profeso la vuelta de sus restos". Por el contrario, permaneció ajeno a las gestiones y solo se enteró de los hechos consumados que la Comisión informaba a los medios periodísticos.

Tampoco el gobierno tuvo participación alguna. Prueba de ello es que, solicitado el apoyo ante el Ministerio de Relaciones Exteriores, la Comisión solo obtuvo recomendaciones personales del Dr. Carlos Saavedra Lamas, quien se veía impedido de ofrecer apoyo a nivel oficial.

Claro que “sabia y tenazmente” Botana y Justo pudieron aprovechar la situación, pero de ninguna manera generarla.

El encargado de la triste y dificultosa misión fue Armando Defino, albacea testamentario de Gardel que, además de ocuparse de la repatriación de los restos, debía liquidar la sucesión en Estados Unidos. Acompañado por su esposa, partió de Buenos Aires el 14 de septiembre de 1935 en el vapor Norther Prince con destino a Nueva York, donde permaneció veinte días. Allí encontró que “Todo el dinero de la gira de Carlos, que suma bastante, ha sido girado por Le Pera directamente a su cuenta. Así es como Carlos no tiene un centavo. La familia de Le Pera no da señales de vida”, escribió a Ernesto Laurent. “Por ello –agregaba- de las conversaciones con el abogado he llegado a la conclusión de que yo debo hacer la misma gira, para asegurar pruebas que justifiquen que ese dinero pertenece a Carlos, en el caso de que los herederos de Le Pera se resistieran a reconocerlo.”

He ahí la primera causa de la demora en el regreso de los restos de Gardel a Buenos Aires.

Por las cartas e informes a la Comisión, sobreabundantes en detalles, sabemos que el 4 de noviembre llegó a Puerto Rico –donde obtuvo la liquidación “que comprendía como veinte teatros”-; al día siguiente continuó rumbo a La Guaira, luego a Caracas, Puerto Cabello, Curazao, Aruba, Maracaibo. “Aquí nos desprenderemos de este simpático barquito[5] para seguir viaje a Colombia, tocando también los puntos de la gira (…) Si la suerte nos ayuda después de tantas odiseas, trataremos de estar en Buenos Aires para fin de año…”

Pero en Colombia debería sortear dos nuevos obstáculos:

     1)    El gobierno uruguayo pretendía sus restos y para ello contaba con la colaboración de al menos dos allegados a Gardel: José Razzano en Buenos Aires y José María Aguilar –sobreviviente del accidente-, hospitalizado en Colombia. Sobre el tema, Defino explica:

“…encontré un telegrama que Razzano había dirigido a Aguilar, y no era el único, en que le manifestaba que las gestiones hechas para la repatriación de los restos de Carlos ante las autoridades uruguayas seguían un curso feliz y que Aguilar por su parte hiciera las pertinentes gestiones ante el gobierno colombiano” y “Los cinco meses de convalecencia de Aguilar aquí, han servido para llevar al ánimo de los que lo han protegido en ésta, la inutilidad de la repatriación de los restos de Carlos a Buenos Aires” 

 

2)    Las legislaciones colombianas impedían la exhumación de cadáveres antes de los cuatro años.

“...está en el ánimo de las autoridades de aquí, que los restos no pueden salir hasta que se cumplan los cuatro años que fijan las leyes”.


Finalmente, luego de engorrosos trámites en Medellín y Bogotá –“donde estaba radicado el sumario en manos del juez territorial y que tiene jurisdicción en todo el país”- el 16 de diciembre obtuvo los permisos para repatriar los restos de Gardel y el 17 el Cementerio autorizó la exhumación.  

"Mi partida de Medellín asumió características de hondo dolor (...) Se emplearon seis días para llegar de Medellín a Buenaventura empleando medios terrestres y fluviales. En parte del trayecto, el ataúd de Gardel debió ser llevado en hombros por espacio de varias horas y por momentos hubo que recorrer estrechos senderos al borde de precipicios. Fueron días de angustia. De nuestra llegada a Medellín el 3 de diciembre hasta el momento de la partida el 25 de diciembre, los 22 días fueron también de angustias, indecisiones y amarguras, hasta cumplir la íntima promesa de no salir de allí sin los queridos despojos".

En Puerto Buenaventura se produjeron nuevas demoras a causa del transporte del  cadáver; el 29 de diciembre siguieron hasta Panamá y el 7 de enero de 1936 desembarcaron en Nueva York donde "...se presentaron dificultades emanadas de la Dirección de Higiene. Los despojos, según las ordenanzas, debían llevarse al cementerio y darles sepultura, para después gestionar nuevamente la exhumación  (…) pude vencer una vez más los inconvenientes y conseguir de las autoridades que el cadáver de Carlos Gardel fuera velado en una funeraria hasta nuestra salida de Nueva York (…) cumpliendo con las exigencias u ordenanzas legales instalamos el féretro en una funeraria (…) El velatorio, con capilla ardiente duró ocho días (…) desfiló una enorme legión de admiradores (…) Durante esos días ultimé las gestiones de otro orden que habían quedado pendientes en Nueva York y gestioné con la ayuda del doctor Sperry el pronto reembarco para nuestra patria.”

El resto es por todos conocido y en esta oportunidad no viene al caso.

Lo importante es que, como puede observarse y ampliarse en la bibliografía citada al pie, la demora en el regreso de los restos de Gardel no obedeció a voluntades porteñas sino a los numerosos contratiempos que Armando Defino fue encontrando a su paso.

Aun así, es difícil permanecer indiferente a las oscuras intenciones atribuidas al director de "Crítica" de manipular una noticia que enlutó al mundo entero.


 Ana Turón

Azul, julio 12 de 2022



  

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

BOTANA, Helvio: Memorias “Tras los dientes del Perro”. Ed. Peña Lillo, 1977

DEFINO, Armando: “Carlos Gardel. La verdad de una vida”. Ed. Fabril Editora, 1968

PELUSO, Hamlet – VISCONTI, Eduardo: Carlos Gardel y la prensa después de su muerte. Ed. Corregidor, 2014

 


[1] Artículos escritos por Edmundo Guibourg (a quien Helvio Botana en sus memorias llama “Eduardo”), Carlos de la Púa, Nicolás Olivari, Last Reason, Enrique González Tuñón, Carlos Dedico, Borocotó, Octavio Ramírez

[2] “Carlos Gardel y la prensa después de su muerte”, de Hamlet Peluso y Eduardo Visconti. Editorial Corregidor, 2014

[3] Publicó “Carlos Gardel. Su vida novelesca y su muerte trágica” escrito por Santiago Aguilar el 25 de junio)

[4] Raúl González Tuñón, “Palabras para Gardel”

[5] Se refiere al “Carabobo”, única embarcación que realizaba el derrotero que había realizado Gardel.