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El libro “Carlos Gardel” de Blas Matamoro analizado por José Gobello






o todos los libros dedicados a Gardel constituyen un homenaje a su memoria. Aunque en baja escala, hubo y hay autores que se deleitan en la crítica, acomodando los hechos históricos hasta alcanzar el resultado deseado, muchas veces ajeno a la verdad.
Los cuestionamientos a tales trabajos suelen ser caratulados de irracionales y fanáticos, por cuanto resulta doblemente valiosa la palabra de una autoridad de la talla de don José Gobello. 

En “Gardel, Mito y Ejemplaridad[1], el entonces Presidente de la Academia Porteña del Lunfardo dedicó no pocos párrafos a “Blas Matamoro, en su libro sobre Gardel[2], poco menos que una diatriba”, muestra “la hilacha de su encono y “no carece de evidentes descuidos, o errores puntuales”, que Gobello enumera y corrige con su reconocida solvencia. En medio de la sucesión de inexactitudes, agrega: “Estos descuidos de Matamoro, productos menos de la distracción que de la falta de familiarización con el tema, comprometen la seriedad de otras afirmaciones.
Matamoro (…) no oculta su inquina a Gardel. Ha de molestarlo, supongo, la vinculación del cantor con el caudillaje conservador y la afición al lujo y a la ostentación que lo hacían aparecer como un traidor a su clase. La inclinación a la buena vida tiene muy poco que ver, sin embargo, con las ideas políticas. Es bien conocida, en efecto, la preferencia por las grandes mansiones que distingue a algunos afortunados cultores de la canción contestataria. No alcanzo a entender por qué lo que se perdona a éstos le es enrostrado a Gardel, aunque sospecho que la razón estriba en la prescindencia ideológica de éste y la militancia de aquellos. ¡Qué no habría escrito Matamoro si se hubiese enterado de que Gardel solía escuchar misa!
Matamoro, Juan José Sebreli y otras personas vienen librando una suerte de guerra personal contra Gardel. Para pelearla se parapetan detrás de las investigaciones del uruguayo Erasmo Silva Cabrera”, indica el ensayista y reproduce un extenso párrafo destacando que contiene inexactitudes, mala fe y resentimiento."

No todos los lectores han tenido la lucidez y capacidad de Gobello para evaluar el contenido de las páginas de Matamoro y muchos han incurrido en el error de reiterar sus conceptos. Así, la excarcel y actual museo de Ushuaia exhibe párrafos del libro que comentamos  en la celda atribuida sin respaldo alguno a Carlos Gardel.

Nótese a la izquierda la reproducción de dos páginas del libro de Blas Matamoro que comenta José Gobello




































Un colaborador de identidad reservada nos ha hecho llegar fotografías de esas reproducciones -tomadas de frente y perfectamente legibles-, que omitimos para evitar su difusión, pero comentamos dos pasajes que resultan irresistibles:

El desconocimiento del tema al que alude José Gobello queda expuesto en estas líneas: “De esta época dataría una de sus heridas (…) Habría sido alcanzado en la pierna derecha, quizá por un proyectil. (…) se lo verá cojear, bailando un tango en Melodía de Arrabal. Los verbos en potencial y la mención a un Gardel rengo en un pasaje inexistente de un film por entonces de frecuente proyección en cines, son una síntesis de la ligereza con que se abordó el tema.

Para justificar una serie de menciones vinculantes a Gardel con el ambiente delictivo, Matamoro recurre al testimonio de un muerto: “Hacia 1956 (…) nos informa don Domingo Tiola, a la sazón anciano nonagenario, ex revolucionario del 90 y ex policía de la seccional del Abasto, haber detenido a Gardel casi a diario por ‘chorear’ y ‘ratear’ (robar cosas de poca monta) de los carros y puestos del mercado (…) Gardel hacía cosas peores, dijo mi ya difunto informante, pero no son para que las escuche un mocito de su edad…”.  

Sea por la “falta de familiarización con el tema” o por la “mala fe y resentimiento” señalados por Gobello, el autor ha preferido dar crédito a un testimonio imposible de ratificar o rectificar que por entonces databa de quince años, desechando lo expresado apenas cuatro años antes por el Comisario Inspector Francisco L. Romay, Investigador y autor de la Historia de la Policía Federal Argentina y socio fundador de la Academia Porteña del Lunfardo, de “gran prestigio intelectual" [3], quien definió al cantor como “…un poco travieso, pero en ningún caso podría tildársele de delincuente”, cuyo testimonio completo puede leerse en “Gardel visto por un Comisario del Abasto”.

La mirada experta y limpia de José Gobello completa el panorama.



Ana Turón
Azul, mayo 14 de 2019 



[1] “Tres Estudios Gardelianos”, Academia Porteña del Lunfardo, 1991 y suc.
[2] CEAL, 1971.
[3] Entre comillas, palabras de José Gobello