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La Leyenda de Gardel en Ushuaia

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on fecha 28 de enero de 2019 la agencia de noticias EFE publicó “La cárcel del fin del mundo, de donde huir era peor que quedarse para siempre  artículo periodístico que, entre otras cosas, expresa:

“Como todo mítico lugar, muchas son las leyendas que rodean a la cárcel del fin del mundo: ¿Fue Carlos Gardel uno de sus inquilinos? Una celda está dedicada a la supuesta estadía del zorzal criollo.
‘Es creer o no creer. Dicen que Gardel estuvo acá. Muchos de los documentos se fueron perdiendo. También quedaron documentos de cartas que él recibía con sus iniciales. Se dice que estuvo por un delito leve’, indica Fernanda Fuentes.
Lo cierto es que los fanáticos del cantante -cuya vida está plagada de misterios- aseguran que no hay pruebas de nada de eso”.

Efectivamente, la búsqueda de documentos ha sido infructuosa, según las propias investigaciones carcelarias:
Si se buscan en los archivos prontuarios y sentencias, nada se puede encontrar. Todos fueron enviados a Bs. As. y según los testimonios se perdieron en el sótano del viejo edificio de la Penitenciaría. Pero son muchos los que están convencidos de que la historia es cierta. Si hablamos con viejos pobladores y guardia cárceles aparece como una verdad sin contradicciones. Según Manuel Buezas, hijo de un guardia cárcel, su padre conoció a "Carlitos" cuando lo enviaron a Bs. As. a cumplir una corta condena, antes de iniciar su carrera artística. Hasta se asegura que fue en Ushuaia que se inició como payador. El motivo de la condena fue, aparentemente, un lío de mujeres y política. Otra versión sindica que actuó de "campana" y después de un tiroteo fue apresado y enviado al presidio. También sostiene el señor Buezas que si se mantuvo este episodio en el silencio fue para no dañar la imagen del popular cantor, por lo menos fue lo que afirmó uno de sus representantes cuando pasó una temporada en la cárcel de Devoto...[1]

"En una de las celdas hay un dibujo de Carlos Gardel  sonriente. Según la leyenda, el ícono del tango estuvo alojado en esa celda minúscula. Si fuera cierto –en el registro de ingreso figura una persona llamada Charles Romuald Gardés-, aquí cantó su canción más amarga. Las versiones surgen de revistas de la época –dice García– pero no podemos darlas por ciertas, todavía. Dicen que estuvo por tratante de blancas. Si estuvo, entonces, es porque era reincidente.”[2]



Imagen tomada de la galería de fotos que ilustra la nota de EFE




Así, la excárcel y actual museo es protagonista de una profunda contradicción al mostrar “la celda de Gardel” (fotografía) mientras admite que “si se buscan en los archivos prontuarios y sentencias, nada se puede encontrar”, entre otros argumentos antagónicos e improbados.

La leyenda no es nueva y ha sufrido numerosas variantes. Se originó en 1969[3] cuando Tabaré Di Paula publicó una tarjeta cuya dedicatoria expresa: “Al Sr. Villanova, intrépido marino de la costa del Sud que atravesó el Cabo de Hornos y se mareó en el Río de la Plata, 21/02/1907”.
Entre las firmas, un supuesto “C. Gardel”.




La misma publicación señala que el Teniente Eduardo Villanova había sido condenado en 1905 por razones políticas y beneficiado con la amnistía de mayo de 1906, de manera que resulta inexplicable que haya esperado nueve meses para abandonar el presidio. Si a ello sumamos la elección de una postal del Puerto de Bajada Grande, Paraná, podríamos poner en duda que esa tarjeta corresponda a la liberación de Ushuaia, aunque no es intención de este trabajo esclarecer ese aspecto.


En cambio, es importante destacar que en 1907 Gardel no había adoptado aún su apellido artístico sino que firmaba “Gardes” y que los trazos de su caligrafía eran muy diferentes de los de esa tarjeta. Una prueba la constituye la documentación del 11 de setiembre de 1904, cuando fue detenido en Florencio Varela por fugarse de su hogar[4] y por primera vez debió estampar sus huellas dactilares, registrar sus datos filiatorios y firma.


Firma de su detención en 1904.


Tampoco es posible la eliminación de todos los rastros de los delitos que se le atribuyen, detenciones, imputaciones, procesamientos, juicios y condenas. Aún cuando desde Ushuaia se hubieran enviado prontuarios y sentencias a Buenos Aires donde “se perdieron en el sótano”, para llegar a la cárcel debió pasar por comisaría/s, juzgado/s, fiscalía/s y tribunales, quedando registrado en libros de comunicación interna, publicaciones oficiales y medios de prensa de ambas provincias.
Además, tratándose de un penal para reincidentes[5], era necesario contar con dos o más condenas cumplidas para merecer una celda, en tiempos que la rigurosa Ley de Residencia deportaba a los extranjeros ante mínimas infracciones.

En alguno de los archivos mencionados debería constar:
                     1)    Fechas de ingreso y egreso del penal
                     2)    El o los cargo/s que se le imputaron
                     3)    Cuándo y dónde había cumplido las condenas anteriores
                     4)    Fiscalías en las que fue procesado
                     5)    Detalles del juicio y una serie de etcéteras.

Lejos de Ushuaia, en 1906 el joven cantor visitaba Uruguay dejando como prueba una foto dedicada a su amigo Pedro Guzzati:

“En prueba de amistad y cariño a mi amigo Pedro Guzzati, Carlos Gardes”






Menor de edad[6], sin una figura paterna que lo orientara en las “cosas de hombres”, transitó su adolescencia entre Buenos Aires y Montevideo, desempeñándose en trabajos menores[7] y dedicándose al sano esparcimiento de la guitarra que derivaría en una carrera extraordinaria.

Sus andanzas de muchacho conforman un riquísimo anecdotario del que prescindimos en este artículo de índole documental. Una de ellas quedó plasmada en la denuncia radicada por su madre, caratulada “solicitud de paradero”, único contenido del Prontuario labrado por la Policía de la Capital.


Sección Libros. Enero 31 de 1913.
Carlos Gardes, Franc., 22 años no figura con captura recomendada, existiendo con el nombre de Garderes el pront. A 15861[8]


Este breve texto elimina de manera contundente toda posibilidad de conjeturas sobre condenas anteriores (ya que de haber existido, deberían haberse mencionado), pero ha sido erróneamente interpretado desde (1967)[9] al afirmar que “Garderes” era un alias utilizado por Gardes/Gardel para delinquir:
  


















Contradiciendo el epígrafe de la imagen que se reproduce, señalemos que la firma difiere notoriamente de la de Gardel, especialmente en las eres y la rúbrica, al igual que el fragmento manuscrito que le antecede: Fechado el 2 de abril de 1907, indica que se trata de “Carlos Garderes, oriental, de veinte años (nacido en 1887), soltero, empleado de la empresa La Comercial…” Nada de esto coincide con nuestro Carlos todavía “Gardes”, francés, de 16 años (nacido en 1890), cuya presencia en un juzgado el 2 de abril habría resultado imposible si hubiera sido liberado de Ushuaia el 21 de febrero (fecha de la postal de Villanova): No habría tenido tiempo material para regresar a Buenos Aires, trasladarse a Montevideo, cometer un delito, ser descubierto, denunciado, aprehendido, imputado, procesado, interrogado etc. etc.

Una elemental búsqueda arroja como resultado la presencia de al menos dos Carlos Garderes: El 21 de octubre de 1884, procedente del puerto de Burdeos, el primero de ellos arribó a Buenos Aires; era soltero y tenía 18 años de edad. Dedicado a la minería, no es difícil deducir que su destino fuera Uruguay, por entonces fuertemente dedicado a la explotación minera por parte de la Compañía Francesa de Minas de Oro.

Esta hipótesis se refuerza ante la presencia de otro Carlos Garderes (presumiblemente descendiente del anterior) en 1912 y 1920 contrayendo enlace matrimonial, de donde puede deducirse la franja etaria a la que pertenecía.


















Los archivos uruguayos no están disponibles en Internet por cuanto no fue posible hallar mayores detalles, pero la existencia comprobada de Carlos Garderes, cuya residencia en Montevideo coincide con el “…empleado de la empresa La Comercial” demuestra el error que se ha cometido al unificarlo con nuestro cantor.

Así, la mención en el Prontuario del cantor de 1913 tuvo la finalidad de aclarar que se trataba de otra persona diferente, aunque confundible por la similitud de apellidos (Garderes se pronuncia “Gardér”), el origen francés, la coincidencia del nombre de pila y la poca diferencia de edad. Tal situación explica también los temores de Doña Berta de que su hijo estuviera detenido y la necesidad por parte del personal policial de dejar constancia de la existencia de un prontuario que se le hubiera atribuido erróneamente.

Nótese, incluso, que el número de prontuario de Garderes ha sido tachado con posterioridad y con color rojo, en una nueva muestra de que no correspondía al causante de este expediente[10]















En cambio, si la inscripción hubiese tenido la finalidad de relacionar a Gardes/Gardel con Garderes, se habrían unificado ambos prontuarios dejando la debida constancia, según las prácticas habituales de la administración pública. Ninguna ocasión habría sido más propicia.


El ensañamiento y la necesidad morbosa de convertir a Gardel en delincuente para “admirarlo más” (¿?) derivaron también en la adulteración del expediente labrado en oportunidad de tramitar su cédula de identidad, mutándolo a prontuario policial, por “estafador por medio del cuento del tío”.



Nótese la 2da hoja, con membrete de la Policía de la Capital (en un sumario de la Provincia) y con la inscripción acusatoria posterior a la finalización del trámite, ya que Gardel había viajado a Brasil el 15 de agosto con la cédula otorgada por ese organismo. Nótese, además, la sugestiva rotura que no es coincidente con el estado de las otras fojas y que impide la completa lectura del apellido.


La mencionada adulteración queda expuesta en el mismo expediente, donde consta como único antecedente la detención de 1904 en Florencio Varela. Si hubieran existido otras actuaciones policiales posteriores, estarían registradas.










Además, este documento unifica a Gardes (1904) con Gardel (1915) y, a su vez, los desvincula de Garderes, ya sin riesgo alguno de confusiones.

En síntesis, queda documentado que en 1913 no registraba antecedentes en la Policía de la Capital y en 1915 en la Policía de la Provincia sólo constaba la fuga de su hogar de 1904, episodio que, lejos de merecer la cárcel finalizó con un “entregado a su padre”. A partir de entonces la vida de Gardel está perfectamente reconstruida y documentada, sin lugar a las interpretaciones que se le pretenden atribuir.

Como corolario de esta cronología documental, el Certificado de Buena Conducta expedido por la Policía de la Capital el 15 de febrero de 1923. Por supuesto, los detractores de siempre han pretendido empañar su legitimidad, aunque sin fundamentos válidos ni demostrables.
 
   
























La contundencia de esta documentación invalida las versiones orales que han sustentado la leyenda del presidio de Gardel, por cuanto solicitamos la difusión del presente, poniendo punto final a tergiversaciones de la Historia que mancillan la memoria de una figura icónica de nuestra identidad. 




Ana Turón
Azul, febrero 9 de 2019



REFERENCIAS:


[1] Carlos Vairo, "El Presidio de Ushuaia" Pág. 128
[2] “Donde viven los Fantasmas, el presidio del fin del mundo” (Clarín, 1996 y 2001)
[3] “Carlos Gardel: Mártir Orillero”. Revista “Todo Es Historia” N° 27, julio de 1969.
[4] ESTEBAN, Juan Carlos. “La Detención del Joven Gardes”. http://www.todotango.com/historias/cronica/153/La-detencion-del-joven-Gardes/
[5] “La ley 3335 del 26 de diciembre de 1895, establecía que ‘las penas correccionales o de prisión que los Jueces de la Capital y Territorios Federales impongan a los reincidentes por segunda vez, serán cumplidas en los Territorios Nacionales del Sur que el Poder Ejecutivo designe al efecto’. El 15 de septiembre de 1902 se inauguró la Cárcel de Reincidentes de Ushuaia” (Ostuni, Ricardo “Repatriación de Gardel”).
[6] Nació el 11 de diciembre de 1890 en Toulouse (Francia), hijo de Marie-Berthe Gardes y padre desconocido.
[7] En la escuela de Artes y Oficios había adquirido los conocimientos básicos, disciplina y la cultura del trabajo.
[8] Regueira, Norberto. “Gardel Mito y Falsificación” (Prosa, 2017)
[9] AVLIS, “Carlos Gardel.  El Gran desconocido”.